Ha pasado mucho tiempo y muchos días de lluvia y sol desde que estoy en esta manada. Han pasado muchas cosas desde que me trajeron a este lugar. Llovía mansamente después de una noche de gran tormenta y yo era más joven y más inexperta y mis cuatro patas corrían más que mi mente.
Ella se quedó en la puerta
de nuestro hogar mirándome. Yo sabía que debía quedarme, no todo estaba bien,
eso lo sabía, otras veces habíamos reído y llorado juntas una junto a la otra y
en esta ocasión me alejaba de ella, algo que entonces no comprendía.
Mis primeros ladridos y
caricias habían sido para ella, y sus atenciones y desvelos habían sido míos. Éramos
una manada, ella cazaba para las dos y yo guardaba nuestra guarida para que
nadie entrara.
A nuestra manada se fueron
uniendo otros, con otros olores y otras vidas, y coincidíamos fuera en la calle
y a veces venían a nuestro hogar o salíamos a descubrir el mundo en compañía.
Descubrí a los cachorros de
otras manadas, pequeños y curiosos y mejor no perderlos de vista por si se
despistaban del lugar donde estaban seguros.
Entre toda aquella marea de patas
y olores, caricias y juegos, había una manada de dos, olían bien y a seguro y
yo y ella siempre fuimos bienvenidas en su casa.
Una tarde de otoño vinieron
a buscarla y se marchó. Estaba enferma y yo me pasé las horas mirando hacia la
puerta, sin hambre y esperando a que regresara.
Por fin un día se abrió la
puerta y allí estaba, cansada. Olía de manera extraña y sonreía, no me dejaron
que me acercara demasiado, por miedo a que le pudiera hacer daño.
Desde entonces se sentaba
cerca de la ventana y miraba llover, yo me sentaba a sus pies y pasábamos las
horas en compañía viendo caer las gotas y sonriendo cuando el arcoíris salía.
Cuando lucía el sol solíamos quedarnos en el jardín, un mundo
nuevo, yo corría y perseguía a todo lo que me llamaba la atención; ella me observaba y
era feliz, pero eso que le enfermaba seguía allí, y podía olerlo.
Después de mi destierro y la
llegada a mi nueva manada, ella vino un par de veces, a visitarnos. La notaba
cansada y las dos estábamos tristes en cada
despedida.
Una madrugada de invierno un
aullido en mitad de la noche despertó a los de la casa, un minuto después sonó
ese aparato que utilizan para comunicarse.
Ella se había ido. Me
llamaron y comenzaron a acariciarme,
mientras preparaban algo de comer, estaban tristes, todos la echaríamos de
menos, sus pasos estaban en otro lugar.
La enterraron y mi única idea
era sacarla de allí, no podía, me habían atado y sólo podía ladrar
lastimeramente, mi antigua manada se había roto.
Ahora formaba parte de
aquella manada de dos, a la que con el tiempo llegaron dos cachorros, ella no
se había ido del todo, cuando el arcoíris salía, ella regresaba entre la lluvia y
entraba en la casa.
Los cachorros y yo solíamos mirarla,
y yo me acercaba y le ladraba, mi nueva
manada parecía saberlo y cuando llegaba ese momento, abrían la puerta al jardín
y dejaban que fuera a saludarla. A veces ellos la llamaban también, y ella sonreía.
Ahora no olía, pero sé que
ya no siente dolor, y que es feliz ahí donde está, y algún día, cuando llegue
el momento, vendrá a buscarme para emprender nuevas aventuras.
Dedicado a Ixone, y a Arantza Fernandez.
Fuente de la imagen Arantza Fernandez.
Un homenaje conmovedor.
ResponderEliminarGracias Juan Marcos : )
EliminarCuanta belleza, dolor y esperanza, a la vez.
ResponderEliminarGracias Sota, : )
EliminarDan ganas de llorar y de alegrarse, no se por qué.
ResponderEliminarQuizá por que después de todo si queremos creer que aquí no acaba todo podemos y pensar que hay algo en donde aquellos que queremos y nosotros nos encontraremos o quizá por que lo melancólico y triste también tiene su belleza y su punto de alegría. Podemos elegir, un saludo Presentación.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPrecioso.
ResponderEliminarGracias :)
ResponderEliminarMe merece mucho respeto.
ResponderEliminarGracias Migue :) buena semana y si tienes compañeros caninos o felinos o de otra clase disfrútalos. un saludo.
EliminarEntrañable, conmovedor.
ResponderEliminarsi enseña que es la amistad y el amor entre seres de dos y cuatro patas en este caso. un saludo Aur.
EliminarPrecioso.
ResponderEliminarGracias Merit. :)
ResponderEliminarNo lo has escrito para juzgar, y eso es bueno.
ResponderEliminarLo es, es un homenaje a alguien en particular y extendido a los amantes de los animales. un saludo.
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