Las primeras nieves ya han llegado a este lugar, y
siento que el frío se cuela por todos los resquicios hasta acomodarse en mis
cansados huesos. Ya pocas son las veces que salgo más allá de la puerta del
monasterio.
Mis pasos son lentos y pesados y en ocasiones que prefiero la tibieza del mi
lecho huyendo del viento que llama a la puerta de mi aposento.
Añoro la primavera y hasta el calor que me sofoca a
veces en verano. Sentarme a la sombra del claustro a la vera del pozo y contemplar
como los hermanos trabajan al compás de los rezos.
Que lejos quedan los años de mi vida fuera de estos
muros y cuando no era el hermano
Francisco sino, Don Alfonso de Moncada y Mendoza, señor de muchos, esposo y
padre.
Cuanto lloraba mi pequeña Maria que casi era una
niña, al verme partir y ahora es toda
una señora de su casa y madre de sus propios hijos. Sus esporádicas cartas me
cuentan sobre sus hermanos y son la única unión con el mundo que hace tanto
abandone. Mi esposa Isabel estaría muy
orgullosa de ella. Su partida fue lo que me convenció en dejar el mundanal
ruido y buscar la paz y el sosiego entre estos muros.
A veces me parece que fue ayer cuando hice mis votos
esperando encontrar el consuelo por pérdida
de mi compañera y han pasado por lo
menos quince años, si no es alguno más. La memoria me falla a veces y sé que
Isabel me acompaña en mis días desde el cielo, guardando a nuestros hijos y
nietos.
Esta nevando y el cielo está entre gris y blanco,
los pequeños copos caen, despacio y todo se quedara en silencio bajo un manto
blanco. Pronto tocaran a tercia mejor será que me cubra la cabeza, camine hacia
la iglesia antes de que los más jóvenes entren. Más vale llegar antes y
encontrar un buen lugar.
Procurare estar despierto, el frío es de gran ayuda
pero los rezos y la voz del capellán ayudan a que mis ojos se cierren y sucumba
al sueño. Ahora que salgan y así podre caminar con tranquilidad y sosiego a mi
paso y sin molestar y sin ser molestado.
En las cocinas todo es trajine y bullicio y siempre
hay algo que hacer o de que hablar, seguro que mi rincón estará libre me
sentare allí un rato, la buena compañía alegra
el corazón y el alma.
Estos últimos días ando algo desazonado, los
recuerdos del pasado me parecen tan reales, como si volviera a revivirlos pero
como quien lee un libro y reconstruye en su mente la historia. Solo la voz de
mis hermanos o alguna de las tareas me trae de nuevo a este mundo.
Cuando mejore el tiempo escribiré a Maria, me gustaría
recibir su visita. Es tan parecida a su madre…
Demasiado aguada estaba la sopa y el pescado no me
sabe a nada, no sé si es cosa del cocinero que sisa, o que mi paladar ya no es
el que era. Una tisana antes de dormir y un par de rezos quizá me ayuden a descansar y sosieguen mi espíritu.
Todos o casi todos duermen y yo sigo despierto, hasta
he perdido la cuenta de lo que he rezado. Quizá mañana hable con el hermano hierbero
seguro que algo tendrá para templar mis ánimos.
Quien llama a la puerta a estas horas, ¿Eres tu
Isabel? Llegas demasiado tarde, llevo esperándote mucho tiempo….
A la mañana siguiente se encontraron al hermano
Francisco en su lecho con sus manos en el rosario que había pertenecido a su
esposa, y con una sonrisa en los labios.
La tentación de reconstruir los pensamientos, sentimientos e instantes de los que nos precedieron creo que es innato a los que tenemos por oficio el estudio y la investigación del pasado. Buen ejercicio éste que has escrito y compartes de ponerse en el lugar del otro, haciendo de sus ideales y preocupaciones las tuyas como si revivieras otras vidas ya extinguidas.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por tu comentario Carmen, comparto ese hacer desde hace mucho tiempo el imaginar e empatizar con gentes que distan en tiempo y espacio. Preguntarme e construir otros mundos que pertenecieron a este o asi lo siento. un saludo y feliz año nuevo.
EliminarQue no se note, ¿este quien es?
ResponderEliminarPuede ser que existiera alguien con ese nombre, pero todo parecido es pura casualidad. Es un personaje inventado, uniendo toda esa gente que en algún momento dejo este mundo para entrar en el monástico. Algo bastante mas frecuente en épocas pasadas. un saludo Sebastián.
EliminarResulta impresionante cómo te "metes" en la mente de un anciano.
ResponderEliminarGracias Marcos es un bonito elogio, un saludo y buena semana.
EliminarMe gusta como sabes cambiar de tono, de época, de género, de decorado.
ResponderEliminarGracias Chelo :) un placer como siempre leer vuestros comentarios.
EliminarTe lo crees, sin más. Sin dudarlo. Te atrapa.
ResponderEliminarMuy gratificante lo que me escribes Aur, gracias :)
EliminarTe lo crees, es cierto. Enhorabuena.
ResponderEliminargracias Merit :)
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