A estas
alturas de mi vida y viendo cómo está el
país nadie sabe cuál será nuestro futuro, de eso estoy segura.
Todos los
días en los caminares de la vida nos encontramos con gente que sobrevive vendiendo en la calle, ofreciendo
servicios, hasta si no queda otra
opción, pidiendo para poder subsistir.
Yo he
estado del lado del que la gente pasa y los miramos por un instante y nuestras
miradas se quedan grabadas en esas esquinas o esas aceras, las hay de muchos
tipos.
Tanto que
se habla de que somos números de la impersonalidad de los gobiernos y de las
administraciones, a pie de calle acabamos haciendo lo mismo: pasamos, miramos
desde el otro lado de la verja y es uno que vende o pide, otro más. Sin
pararnos a pensar que quizá además de la moneda esa persona necesita unas palabras de aliento.
He conocido
gente cercana que trabaja en la calle cara al público y curiosamente además de
su empleo ejercen una labor social, acaban siendo centros de información, más de uno se sorprendería al
pasar una jornada en su compañía: la
cantidad de personas que se acercan a preguntar por un lugar o un comercio
mientras los cupones siguen criando y multiplicándose. No es una obligación el
comprar como no lo es la de dar a quien pide.
Un día salté la verja, y deje el alambre de lado. Cuando me junto por la calle
con este tipo de personas las trato con la misma dignidad con la que trato a
cualquier vecino o viandante. De los dos
lados de la alambrada hay gente de todo tipo y se pueden aprender y vivir toda clase
de experiencias.
Alguna vez
he mirado a quienes dan , y también a
los que pasan, y lo que más llama la atención son sus miradas que son un espejo
en el que se reflejan las más variadas historias.
No voy a
referir todas ellas ya que me daría para una segunda parte de las mil y una
noches, pero si puedo citar algunas, desde el desprecio, ya sean foráneos o
extranjeros, la melancolía de quienes tienen a sus familias lejos y ven en esas
personas una prolongación de ellos mismos o los suyos, o lo que podría pasarles
en un futuro.
Muchos
tienen miedo de ser los próximos leprosos sin darse cuenta que hay manera de
poner cura a esa enfermedad, parándose y hablando, ayudando en la medida de lo
posible a que esas personas en un futuro puedan ser canales de ayuda a otros y
un grano de trigo no hace granero pero
ayuda al compañero.
Cuentan las
escrituras que hasta la viuda dio un óbolo al templo. Puede ser una moneda, o un buenos días o
preguntar por cómo va el día, un consejo sobre dónde comprar más barato, una
sonrisa que deje las murallas de la hipocresía en ruinas. Así quizá nos
encontremos lo que nosotros buscamos, que la vida es mejor de lo que pensamos.
Fuente Imagen Wikipedia, articulo gota de lluvia, user Urcomunicacion.
Fuente Imagen Wikipedia, articulo gota de lluvia, user Urcomunicacion.
Las sociedades occidentales viven presas del dinero, de aparentar, de mirar por encima del hombro al vecino como sea, de la envidia, de perseguir el ideal de belleza y éxito impuesto por la televisión. Somos prisioneros de las grandes empresas y del gobierno, que lo es también y mucho. Los que nada tienen no tienen miedo a perder porque no dan valor a la material, sino a los pequeños detalles, aunque sean nimios que le ofrece la vida diaria.
ResponderEliminarUn saludo
Me quedo con lo segundo Carmen con los pequeños detalles que nos da la vida a diario.Gracias por tus palabras y un buen comienzo de semana. un saludo.
EliminarMe recuerda la charla que Guillermo de Baskerville le da a Adso en El nombre de la rosa, intentando hacer que sepa qué son 'los excluidos'. Ante todo, siempre son los otros. Y en la medida en que se les va empujando más hacia los círculos exteriores del rebaño, y finalmente fuera del rebaño mismo, ya ni tan siquiera son personas. Son los sin nombre, sin destino. Los peligrosos. Los chivos expiatorios.
ResponderEliminarY quien anda con ellos empieza a ser peligroso, o está loco.
:) a mi me recuerda a una de las historias de Fray Cadfael,
ResponderEliminarTambién, la de 'El leproso de Saint Gilles', que en el fondo y de otra manera, habla de lo mismo: e los sin nombre.
ResponderEliminara esa misma me referia :)
ResponderEliminarImpresionante. Y en prosa...
ResponderEliminargracias :) si este día estaba inspirada.
EliminarNo tenemos capacidad como antes de ponernos en el lugar del otro y asi nos va. Impresionante.
ResponderEliminarCiertos es Presentación que parece mas difícil encontrar gente que sea empatica pero al final es como el sonreír, es mas contagioso de lo que parece. Bienvenida a este rinconcito y gracias por Leernos, esperamos que te encuentres a gusto y un placer conocer a otra Soler. un saludo.
ResponderEliminarQué acertado. Y que poco dados somos a saltar ninguna verja, a sentirnos seguros a costa de quien sea. Me ha impresionado.
ResponderEliminarPor circunstancias de la vida estamos mas seguros en lugares o entornos que creemos que controlamos cuando no es así, mas allá de esa verja hay mundos por descubrir y gente que conocer, ademas todos cuando acaba el día nos desvestimos por el mismo sitio ya sea por los pies o por la cabeza. un saludo.
EliminarNo lo había leído: impactante.
ResponderEliminarLo es, la lastima que muchos no miran mas allá de sus narices. un saludo y buena jornada.
EliminarBuenísimo. Y no lo había leído. Hay tanto que leer.
ResponderEliminargracias Juan, esta bien tener que leer así no nos aburrimos. un saludo.
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