Al final, perdieron la partida. Lo intentaron
durante mil años y tanta perseverancia, para mí, merece respeto. Pero perdieron
la partida. Y nosotros la perdimos: quien algo gana mucho paga.
El ‘Calendario Agrícola’ de la cripta de San Isidoro
de León es hoy un objeto cultural. Diapositivas de exámenes. Materia de doctos.
Algo que reposa en un Museo. Algo que hay que pagar por ver.
La Rueda del Año es muy vieja. Los romanos la
dibujaron en mosaicos. Como Rueda. Los cristianos le dieron formas cuadradas,
para remarcar un final: Dios es el Amo del Tiempo. Hubo un inicio, y habrá un
final. El Tiempo, esa falacia subjetiva, está ordenada.
Y es presentada como todopoderosa. Los ‘mensarios’ o
(mejor dicho en griego que en latín) ‘menologios’ se someten. Se muestran
debajo de los ciclos litúrgicos. Se los asimila. O se intenta hacerlo. El
tiempo de la ‘gente del común’ es cíclico, como lo es el girar del año y de las
estaciones. Si todo es una rueda, nada es definitivo. La iglesia cristiana se
ocupa de cambiar eso. El Tiempo es lineal. Un día Dios creó el mundo, y tras
una recta sin maniobrabilidad alguna vendrá el Día del Juicio, el fin del
Tiempo. Por supuesto, nadie se lo creyó. Por supuesto, todos hicieron como que
se lo habían creído.
Hasta ahí, sería teología de escuela. Pero no fue
así. Pagaron por esculpirlo y dibujarlo, pagaron caro a muy buenos artesanos
para dejar su mensaje sin dudas, sin cuestiones. En los pórticos sagrados.
Donde sólo cabía ver, interpretar. Y obedecer. El Señor es el Amo del Tiempo.
Por eso suenan las campanas, por eso el día se divide en horas, por eso todo
tiempo no entregado a Dios (o al trabajo que Dios envió como castigo a Eva y
Adán) es ocio, o pecado.
El problema era mostrarlo, terrible y severo, sin
discusión, a los iletrados. Para hacer eso no valían las imágenes simbólicas
referidas a un mundo cultural grecolatino. Había que dibujarlos a ellos mismos.
Debajo de lo sagrado, sí. Pero reconocibles.
¿Cómo mezclarlo todo? Asociando los trabajos y los
días al tiempo sagrado de la Liturgia. ¿Funcionó? La gente del común no
escribe. Sólo podemos hacernos ideas, pruebas circunstanciales pero no
definitivas, en base a los penitenciarios. Los manuales que enumeran las preguntas
que se hacían a quienes iban a confesar. ¿Has ido con tu familia a celebrar un
banquete fúnebre? ¿Crees que el eclipse de Luna mengua las cosechas? ¿Has ido a
bailar, disfrazada, con otras mujeres al
monte? ¿Fue tu marido con los de su casa en la Epifanía a ‘hacer la cabra’?
Palabras. Había que dibujar. Esto dibujaron. Los
trabajos que ordenaban los días. Alguna cosilla se les coló, suele pasar. Ahora
lo vemos nosotros, tan lejos ya de aquellos trabajos y aquellos días. Y tan
lejos (o eso nos gusta imaginar) de quienes ordenaron poner cada cosa en su
sitio y, sobre todos, a los amos del tiempo.
(De izquierda a derecha)
1. Enero: El inicio del año aparece dibujado como un
hombre de alcurnia, no un labriego. Con una mano cierra la puerta de la casa
(que aparece repetida) mientras la abre con la otra. No es una figura ‘real’,
sino el recuerdo del dios Jano, el de los dos rostros, uno de ellos cerrando el
pasado y el otro abriendo el futuro.
2. Febrero es un paisano, un hombre vestido con capa y
capucha sin teñir que muestra manos y pies mientras se calienta junto al fuego.
No hay trabajo que hacer, pero el fuego recuerda la fecha sagrada: las luces de
la Candelaria.
3. En marzo se podan las vides y se preparan
cuidadosamente. Las ropas, la calidad de la podadera y el hecho de ser
viticultor indican que quien trabaja posiblemente es aparcero, o siervo, de un
monasterio. El vino es fundamental para la liturgia.
4. Abril supone el momento de plantar, y la Pascua de Resurrección.
El agricultor lleva legumbres en las manos, y va a comenzar su época de mayor
trabajo.
5. ‘El alegre mes de Mayo’ es el momento de las
guerras. Vemos al soldado dispuesto a seguir a las tropas. Se ha eludido
cualquier otro motivo de fiestas en el mismo mes.
6. Junio como la siega temprana.
7. En julio, la gran siega de los cereales
panificables.
8. Agosto muestra la trilla. El instrumento utilizado,
un mayal, aparece ya en imágenes de las mismas faenas en dibujos del Antiguo
Egipto. Lo usual en la época sería el trillo, de madera con lascas de pedernal
como cuchillas.
9. Septiembre es la vendimia.
10. En
octubre se ceban los lechones, los días menguan y se piensa en terminar de
aprovisionarse.
11. San
Martín de Invierno, el once de noviembre, marca el inicio de la matanza. Para
entonces se aprovechan los terrenos comunales: se recoge leña, castañas, setas,
los frutos que duran o que pueden ser desecados y conservados.
12. Diciembre
está marcado por la Navidad y las celebraciones. Aun así, de nuevo es un gran
señor y no un labriego lo que vemos, sentado a la mesa abundante, y anciano por
su barba entrecana (en la imagen original de la cripta): el Año Viejo que va a morir, la puerta que enero cerraba.
Bibliografía.
“Calendarios Medievales. San Isidoro de León”, de
Ricardo Puente (2009).
Imagen: Wikipedia.
Para ver el menologio original:
http://historiasdelbajoaragon.files.wordpress.com/2013/02/calendario_agricola_san_isidoro_elmurrial.jpg
Para ver el menologio original:
http://historiasdelbajoaragon.files.wordpress.com/2013/02/calendario_agricola_san_isidoro_elmurrial.jpg
Curiosamente no todo se pierde y acaba apareciendo por algún lugar por el que nadie se lo espera. El olvido no es eterno y la memoria pervive aunque sea en nuestro inconsciente. Te felicito por el articulo.
ResponderEliminarMuchas gracias. La cuestión, como siempre, es meter una docena de libros (gordos) en media página. Debe ser mi karma XD
ResponderEliminarDe verdad que no vemos las cosas que tenemos delante de los ojos. Gracias por los detalles.
ResponderEliminarNo hay de qué, Alodia. Gracias a tí por leer y comentar.
ResponderEliminarDominar el tiempo y hacerlo lineal. Que interesante.
ResponderEliminarJusto esa idea es la que quería resaltar, la que también para mí es la verdaderamente interesante. Gracias por el comentario, Fearn Fall.
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