Pasada la medianoche hay quien
duerme plácidamente, y que descansa
de un largo día de estudio o de trabajo, de alegrías, de
tristezas, de la monotonía de todo lo que conlleva este mundo en el
cual habitamos. Hay quienes no pueden dormir y es el insomnio su compañero
de mil y una batallas. Un buen libro, escuchar la radio, o quizá repasar la jornada, o
en ocasiones hechos que ocurrieron hace mucho tiempo. Las luces de la calle
brillan mortecinas entrando por las rendijas de la persiana mientras la ciudad
se adormece. Muchos llevan con resignación las horas de vigilia, quienes
vigilan a los que duermen, quienes quitan las gafas de quien se quedó viendo la
tele dormido. Un beso en la frente y la voz del televisor enmudece. Sólo unos
pasos sobre el frió suelo, mientras en algún lugar un perro aúlla buscando compañía y consuelo. Las sirenas ya no
se escuchan, los coches siguen pasando, jóvenes que vuelven de una
fiesta de universidad, o de un sarao. Se llaman a gritos unos se juran amor
eterno, mañana te llamare. Otros traen en los pies algún vaso
de plástico o una botella encontrada en algún rincón. Piedras
que golpean una ventana, esperando que su Blanca le abra la puerta, mientras
que la Blanca en cuestión está bastante negra, y espera a su amado
armada para la guerra. Hay quienes buscan en lo que dejaron otros, amparados
por la noche su sustento. Otros recorren la ciudad montados en mastodontes de
hierro, que alimentan para que dejen de gruñir. Todos duermen, otros se
despiertan, por que es la noche su vida, el momento de buscar su presa. Son las
sombras su amparo y la madrugada su droga. Pasos de alguien que olvidó el
camino a casa y encuentra en el banco del parque una suite hasta
que llegue el alba. Gritos atenuados por las risas, hay quien juega
al escondite, y quien prefiere jugar su vida y la de los demás a la ruleta
rusa. Un disparo, esta vez no había bala. Mañana será otro día.
Cada vez los ruidos se suavizan y la noche sigue su camino. Unos buscan en
sueños, otros miran el reloj, convencidos que siempre marca la misma hora.
Noche... de satén y de algodón, de unos y de otros de batas blancas y monos
amarillos. Noche de naufragios de sueños por hacer, de anhelos susurrados.
Noches que empiezan y acaban, con la seguridad que no será la última.
Fuente Imagen: Wikipedia Creative Commons.
Hace poco leí "Las lárgimas de San Lorenzo" de Julio Llamazares, libro cuya portada luce precisamente ese cuadro de Van Gogh. Es una reflexión sobre el paso del tiempo, de la vida, rápida y fugaz como las estrellas, símbolo de unos hombres y mujeres que se fueron en el devenir de cada historia vital. Recuerdos, muerte, alegrías y tristezas se entremezclan como en este relato que hoy compartís.
ResponderEliminarUn saludo
Anoto el libro para mi lista de libros por leer, suena muy bien, y la vida es así como las estrellas fugaces, la oscuridad iluminada por la luminaria y después el recuerdo de su estela que permanece, gracias Carmen por comentar y leernos.
ResponderEliminarUn abrazo.
No lo había leído, y me gusta muchísimo. Gracias, Leonor.
ResponderEliminarA ti Lucas por leernos. un abrazo
ResponderEliminarMuy actual en su forma, y muy profundo. Enhorabuena.
ResponderEliminarLas noches a veces inspiran Juan Marcos. Un placer ver que un poco de imsonio dio para mucho. Buen finde.
ResponderEliminarBuenísimo.
ResponderEliminarGracias Fearn Fall.
ResponderEliminarMe ha impresionado muchísimo. Gracias, Leonor.
ResponderEliminarA ti por leer Merit, :)
ResponderEliminarPrecioso.
ResponderEliminarGracias Migue :)
EliminarMe impacta esa magia tuya de lo cotidiano, Leonor.
ResponderEliminarGracias Chelo acabare añadiendo esa frase a mi curruculum de escritora, me gusta. un saludo y buena semana. :)
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