Posiblemente nunca te lo crees, hasta que ves las flores en la cuneta.
Muchas personas hacen el Camino de Santiago como ciclistas, y son carne de
cañón. Sé que eran dos; no sé de dónde venían, ni sus nombres. Tampoco los
conocía, que va. La infantería raras veces se mezcla con la caballería, porque
ellos van mucho más rápido. Me asombró ver a un cura de pueblo con su estola al
cuello y su Biblia, y a gente poniendo flores. Ciclistas, e infantes. En una
aldea no hay floristerías, pero era verano y habían cogido lo que había:
margaritas, amapolas, cantueso, matujos de colores. Dijeron un responso, y
entre unos y otros oyes que se los comió un camión en un cambio de rasante con
escasa visibilidad. Luego nos fuimos a la taberna, como es ley, a brindar por los
difuntos y a felicitarnos por los vivos. Un gura de la Guardia Civil de caminos
estaba apenado, y decía "esto no debería ser así, los han metido en bolsas negras hechos
pedazos."
Ya no
había mucho más que decir. Pero alguien piadoso echó un cubo de arena para
tapar los restregones de sangre en la calzada. Nunca se me ha olvidado.
Imagen: Wikipedia, bajo Licencia Creative Commons. Flores de lavanda (Lavanda angustifolia)
¿No hay comentarios? Qué curioso.
ResponderEliminarLa sensación rea de que nada hay seguro en la vida (una sola cosa, que todos moriremos) no 'vende' XDD
ResponderEliminarLos ciclistas, como dices, son siempre carne de cañón.
ResponderEliminarLamentablemente, así es.
ResponderEliminarIgual no apetece comentarlo, pero se ve. Se ve a quien lo vio y lo pasó mal, y eso importa.
ResponderEliminarYo lo viví como algo impresionante. Si he podido trascribir esa emoción, me doy por bien pagado. Gracias, Migue.
EliminarQue verdad es y que poco puto caso se le hace.
ResponderEliminarNinguno.
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