Lo que pasa cuando no se sabe que hora es


 

Esta historia es la segunda parte de una que escribimos Guille y yo hace un par de años para otro reto. Os dejo la primera parte en el final del texto. Podéis leerla antes o después. Lo dejo a vuestro gusto. 


Habían pasado ya dos años desde sus primeras aventuras en la escuela de magia. El tiempo pasaba volando, al igual que ellos crecían. Aquel año ninguno de los cuatro viajaría a casa por Navidad. Por lo que sus mascotas estaban contentas de no tener que quedarse en la guardería.

Bassam percibió aquella mañana que el reloj del gran salón no marcaba la hora como de costumbre. Y al acercarse se dio cuenta que no tenia su péndulo. 

Mientras subía las escaleras se encontró con los demás que bajaban a desayunar. 

- Tenemos problemas, el reloj del salón no tiene su péndulo ya sabéis lo que eso significa:

Sin perder tiempo subieron una planta más, llegaron al despacho de la señora Sorgin, la directora.  La puerta se abrió, entraron y la máxima autoridad del centro los recibió con una gran sonrisa.

Y entonces ocurrió, el silencio se instalo en la escuela de magia de los Pirineos. El viejo reloj acababa de despertarse y darse cuenta de que no tenia su apreciado péndulo. 

Marie Sorgin se hizo entender  escribiendo con su varita. Y los jovenes hicieron otra tanto. Para poder arreglar aquel  problemón necesitaban una gran solución. Y como una buena bruja, mago, hechicera sabe los relojes se comunican por medio de su péndulo. Por lo que el viejo reloj no hablaria. 

Selene se acordó de la señora Ding Dong aquella reloj que conocieron en su primera Navidad que estaba en la prisión de los objetos  mágicos rebeldes. Al parecer ya no estaba reclusa y daba las horas en la recepción de la escuela en compañía de las setas alucinógenas  con las que había acabado por llevarse bien. Las setas eran el mejor control contra cualquiera que quisiera entrar dopado. Quizá ella pudiera ayudarles. 


La señora Ding Dong era la única que rompía el silencio estando por encima de la magia el viejo reloj. Quedaban menos de dos semana para Navidad y los exámenes estaban en su pleno apogeo si nadie podía hablar seria difícil sacar aquel trimestre adelante. 

Cuando el señor Place dejaba su puesto de portero  era la reloj la que vigilaba de noche y entre sueño y sueño las setas también echaban una mano para que nadie entrara o saliese sin permiso.

Por lo que si nadie había entrado ni salido el péndulo todavía debía estar en el edificio. La lechuza y el halcón vigilaban las salidas por las alturas y Zanahoria la canguro y el dragón se quedaron vigilando la puerta. 

Mientras, el péndulo más buscado del colegio,  no estaba intentando salir más bien entrar. Pero no quería ser detectado por nadie. Sabia que el viejo reloj Tic Toc era un cascarrabias y no le perdonaría que se hubiera ido a la cena de Navidad del gremio pendular. 

No quería entrar por la puerta y menos con la señora Ding Dong y las locas setas estando en la portería. Todo estaba en silencio al parecer era más temprano de lo que pensaba. Mientras pensaba esto se rio de si mismo. Era un péndulo y no sabia que hora era. 

Si el péndulo hubiera logrado su plan todo acabaría en este punto, pero como en las historia de objetos mágicos todo se complica un poco más antes de llegar al final. Vamos a ver que ocurre. 

Zanahoria estaba bastante contenta por poder pasar tiempo fuera, en uno de sus saltos de alegría piso la cola del dragón que quemo el trasero del péndulo que absorto en sus pensamientos no se fijo en la guardia que había en la puerta.

Como alma que lleva el diablo llego al reloj del salón en menos que Zanahoria se mete en alguna aventura. El culo del péndulo acabo en ponchera, el problema que alguno de los ingredientes del brebaje era inflamable y el pobre péndulo no lograba apagar su trasero.

A grandes males grandes remedios pensó Selene y su lechuza tomo al ardiente y lo baño en la fuente del patio. La historia no acabo mal, todos pudieron celebrar las fiestas. La señora Ding Dong presidio junto al viejo reloj las fiestas y a las trampas de ratones y escobas se les indulto gracias a las setas que se bañaron en el ponche. Y el péndulo dio un nuevo sonido al reloj algo más ronco que casaba bien con el sonido de la nueva reloj llenando el colegio de armonía y buen rollo. 


Felices fiestas a todas y todos celebréis lo que celebréis, que sea en compañía y en paz.



Primera parte

Para saber más




 



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