Mañana de agosto encuentro con Federico y sus versos

 

Cipres granadino

Un martes de agosto a las 8 y media de la mañana ya el calorcito comienza a despuntar. Y caminando con el tiempo pegado el culo para tomar el metro, lo que una menos se espera es encontrarse a Federico y su poesía en su camino.


Me paro y leo los poemas con una sonrisa y me  pierdo en los versos mientras escuchas en la cercanía la campana del metro que anuncia su llegada. Hago  un par de fotos y se que en el camino de vuelta volveré a encontrarte al poeta.


Agosto un mes de infausta memoria en su vida sobre todo por que tuvo que despedirse de ella. Mientras cruzo  la calle por el paso de peatones busco con la mirada  mas hojas de papel donde florecen esos versos negros, esperando que me marquen el camino a seguir. 




El tranvía verde como los versos del poeta pasa de largo, tocara esperar al siguiente. La gente camina sin darse cuenta, pocos son los que se paran a disfrutar de sus letras.

Me monto en el transporte publico mientras me alejo, pienso en la magia en los encuentros, en la vida tan efímera y a la vez eterna. 


Regreso un par de horas después con el sol despiadado como compañero desando el camino y vuelvo a inmortalizar sus poemas. Me despido de ellos ya que la fortuna, la vida, y las manos ajenas pueden llevarlos lejos. 



Bajo por el camino y me encuentro una fuente, los cipreses, el verdor, la vida y la muerte. Busco la luna y atravieso un puente sin rio, pero si con trenes. Todo me recuerda a el: a su magia a su duende y antes de alcanzar el otro lado me detengo y miro hacia atrás. Sabiendo que Federico habita en Granada hoy y siempre. 





Comentarios