Espirales y huidas

 



En verano íbamos a la playa cuando no llovía. Los domingos, en la furgoneta. Todos. Mis hermanas, la tía Anxela, la abuela, el perro, mis padres, yo. Éramos pequeños, no teníamos escuela, los días eran largos, luz sin fin. Debajo de las sombrillas a rayas la sombra pintaba redonda, gris oscuro como las moscas que había que espantar para que no acudieran a la tortilla, al pan o a la sandía. 

Más allá de la arena había rocas mojadas, y acantilados. Cuando bajaba la marea podían verse enormes losas tumbadas. Cosas de gigantes, decían. Piedras viejas con grabados. 



Seguía el dibujo con el dedo. Hasta el centro. Y luego desandaba el camino. Se me pasaban las horas muertas.


Cuando los motores zumban suavemente en un tono determinado, ni agudo ni grave, contínuo y sin ecos, todo va bien. Al final el sonido de las máquinas te lleva a ninguna parte, tranquiliza, acompaña como la voz de las olas. Es hipnótico. 

Eso me pasaba de niño con los laberintos en la piedra. Me hipnotizaban. Una vez mi madre se acercó a mí. Puede que llevara mucho rato mirándome, no lo se. Creía que yo estaba jugando. Me habló de la gente de las piedras; no se sabía quienes fueron, pero no gigantes, eso seguro. Gentes de aquí, aunque hubieran pasado mil años. De estas costas, mi madre no tenía duda, y yo quise saber por qué. Ella hizo lo mismo que yo llevaba tanto rato haciendo: seguir con el dedo el dibujo hasta el centro, y luego salir yendo hacia atrás.

-Todos los laberintos están hechos para huír -me dijo- 

No había vuelto a recordar aquello hasta hace un par de días. Me costaba dormir y me entretuve con el Pc. Curioseando de un lado a otro encontré laberintos, e imprimí uno. Luego me vi casi como desde fuera, repasando la hoja impresa con el dedo. Acabó por darme sueño.

-¿A dónde huimos? -le pregunté a mi madre-

-Vamos a comer. 

Ella solía contestar todas nuestras preguntas, fueran las que fuesen. A menos que no quisiera, claro. No quería. Y si no quería, no había nada que hacer. 

Fue un domingo tan soleado que a mis hermanas les salieron pecas, y hubo que ponerles crema Nivea, la de la lata azul. Yo recuerdo que la luz y la magia se habían vuelto grises para mí. Mi madre nos había contado cosas de las que los niños ni hablan, asuntos de familia y penas y tragedias como susurros fantasmales. Si no quería hablar, empecé a fantasear con mil cosas realmente terroríficas, sin nombre, negras como la brea. Luego se acabó el día y yo lo borré. Dicen que tengo habilidad olvidando lo que no me gusta.

Manolo me trajo café. Mi turno había acabado hora y media antes, pero Francisco tenía fiebre, y el enfermero esperaba a ver si le había bajado con la medicación. Íbamos justos, en tierra se quedaron dos compañeros encerrados en casa por el bicho.

-Sea quien sea quien te sustituya ya te toca -me dijo Manolo- Dormir te vendrá bien, hace una mala mar de mierda.

-No será tan mala.

-Sube a fumar donde nos dejan y me cuentas. Va feo.

El resto fue rápido. A Francisco se le había quitado la fiebre, aunque tosía como un perro y estaba echando cuentas de con quienes se había juntado antes de embarcar, dónde y cuando. Yo no tenía hambre, eso fue suerte. Subí a fumar. Sí que estaba feo. Feo de cojones.

Bastante más tarde, vivo y en un hospital, dejé de tener pesadillas con las piedras de los gigantes y sus laberintos. Huímos, sí. Todos. Pero en la dirección equivocada, hacia el mar. Y la mar no tiene piedad, ni perdona.


Imagen de Wikipedia.



https://www.granadahoy.com/sociedad/Villa-Pitanxo-hundio-golpes-mar-escoraron_0_1659134388.html

 

Comentarios

  1. Muy bien contada la historia Guille. Todos huimos alguna vez...

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  2. Era imposible eludir lo dramático, pero si se puede ir por sus bordes. Como en esos laberintos de los que huímos. Muchas gracias por tus palabras, wapísima.

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  3. Tuve la suerte de ser hipnotizado por el laberinto de la foto (que antaño estuvo cubierto de basura, aunque parezca increíble). El laberinto es la más primordial metáfora de la vida.

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  4. Toda la razón, Cusac. Gracias por haberlo leído, y por comentarlo.

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  5. Me ha encantado la entrada Guille. Las espirales siempre me han llamado la atención. Al leerte además me he sentido en ese laberinto... Besos :D

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  6. Muchas gracias, Margarita. Muy buen resto de semana.

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  7. Muy duro el relato si tenemos en cuenta lo que ha pasado esta mañana. El mar puede ayudarte a huir, sí, pero también es inclemente y fiero.
    Un saludo

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  8. Tenía claro que iba a hacer un homenaje, Ccasconm. Quería huír del drama fácil, del tópico y del entorno sociopolítico. Si "solo" parece duro, no lo he hecho tan mal.

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