Desde la ventana de un bajo.




Lloraba bajito y podía oír como arrastraba los pies, su tío caminaba más deprisa mandando un mensaje de voz. 
- No quiero ir tio Pablo quiero volver a casa.
Volvió a repetir la frase varias veces hasta que logro que el adulto se acercara y le prestara atención.
- Tienes que quedarte, yo tengo que trabajar y cuando termine te vendré a buscar.
Casi podía ver las lagrimas del pequeño caer en la gris y cuadriculada acera. Durante un rato Pablo le hablo casi en susurros tomo su mano y consiguió que sus pies se movieran todavia entre sollozos las voces se perdieron mientras el mayor decía.
- Vamos tarde, después volveremos por esta calle.

No han vuelto a pasar. 

Comentarios

  1. Historias pasajeras cuando vives en un bajo y tus seis ventanas dan a la calle. Oiremos muchas, y podrás contar muchos cuentos nuevos. Muacs.

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  2. Hola querida Ainhoa. Desde la ventana de un bajo se puede escuchar mucho, y desde un alto, si es una calle silenciosa, también. Luego, puedes moldearlas un poco, y las historias crecen. Muchos besos, esperaré leer más historias desde esa ventana del bajo.

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    1. Hola Margarita, yo también espero escribir muchas que las letras fluyan de nuevo por este blog. Un abrazo y gracias por traernos un poco de tu magia que siempre es bienvenida y agradecida. Un abrazo grande.

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