Era agosto, día de San
Lorenzo, ese al que lo pasaron por la parrilla vuelta y
vuelta y aun pedía mas, el trabajo de
ser mártir. Estaba esperando el autobús en la poca sombra que quedaba, acordándome
de la publicidad de la marquesina, que anunciaba el paraíso al otro lado del
cristal. Prácticamente la ciudad desierta, quienes podían fuera de ella disfrutando
del calor de otra manera, y quien no a la sombra en su casa. Me estaba acordando
de la familia del que inventó el trasporte público y absteniéndome de mirar el
reloj y termómetro que tenía enfrente.
A punto de dar las tres de
la tarde, podía haberse aparecido mi hada madrina, pero en ese momento debía de
estar en la cola del paro o, qué cojones, seguro que tenia vacaciones. Apareció
una pareja de edad avanzada hablando el uno con la otra en tono más bien alto. Les
cedí mi sombra y me puse en la esquina mirando en lotananza buscando al caballo del malo, en
cristiano el bus urbano.
Miré de soslayo
varias veces esperando que viniera alguien más, ya que me estaba oliendo que su
conversación iba a empezar con una pregunta hacia mi persona, y acabaría en
tener que echarles una mano; los euromillones no me tocan, pero ser el ángel de
la guarda versión terrestre es el título que mejor me queda. El disculpe
señorita ya estaba en el aire por lo que se lo ahorré y les pregunté que si
necesitaban alguna ayuda, lo que negaron en varias ocasiones, nos sonreímos cortésmente
y siguieron hablando entre ellos y mirando hacia mi varias veces.
Una nube cubrió el sol y por
unos instantes nos dio un respiro del fulgor solar, entonces también debió de
volver de vacaciones el genio de la mala leche y nublar mi suerte que hasta
entonces se mantenía en sus marcas.
El bus seguía sin aparecer y
los pies me estaban matando, por lo que me senté un ratillo cerca de la pareja
que parecía muy absorta en su diatriba.
En un momento dado mire el
reloj y me pareció que el tiempo iba hacia atrás, aquel calor me estaba
sentando muy mal. Entonces vino la fatídica pregunta:
- ¿Sabe usted si para aquí
el autobús de Paco Lechuga?
No sabía si reírme o llorar,
no me conocía todas las líneas de la ciudad y menos las de los autobuses
interurbanos. Durante otro cuarto de hora me estuvieron contando el por qué de
su viaje y sus problemas, cosa que escuché con toda la empatía que me permitía
mi empanada mental. Allí estábamos los tres, un día de semana sin que nadie
apareciera para poder preguntarle por el autobús de Paco Lechuga.
La señora comenzaba a tener
demasiado calor por lo que le ofrecí el agua que llevaba y le mojamos un poco
la cara y las manos. Ya no quería que mi autobús llegara prefería que viniera el famoso autobús de Paco Lechuga. Volví a
mirar la hora y ya no eran las tres, el cacharro se estaba volviendo loco,
marcaba las tres menos cuarto. No se les veía preocupados, al contrario, estaban
expectantes por aquel viaje y me estaban acabando por contagiar. La nube se
retiró y el sol volvió a repartir sus rayos, curiosamente uno de ellos pareció
dar delante nuestra y un autobús verde como la más jugosa de las lechugas apareció
de la nada.
- Este es, y además a su
hora - exclamaron ambos con alegría.
Se abrió la puerta y
aparecieron varias personas que los acogieron con afecto . Antes de subir al autobús
ambos me saludaron y me desearon que la espera fuera breve y que en un futuro
recordara aquella parada y aquel bus, quizá
en un futuro me gustaría tomarlo.
La boca no se me cerró en ningún
momento y me despedí de ellos; al segundo siguiente no vi nada, habían
desaparecido.
Un momento después escuche un motor, y mi autobús paró. Alguien de dentro me ofreció agua, no me
miré en la ventana pero debía traer una cara en pocas ocasiones vista. El reloj
marcaba las tres y tres, y cuarenta y tres grados de temperatura. A veces me siento en la marquesina y me encuentro
pasajeros que esperan, curiosamente soy la única que los veo, y estoy segura que algún día seré yo pasajera de
Paco Lechuga.
Imagen de wikimedia commons, bajo la misma licencia que en la wikipedia.
Muy inspirado: que sirva para algo el (biiiiiiiiiip) calorazo XD
ResponderEliminarGracias Thorongil, seguro que para algo sirvió. :)
EliminarPara mí que fue todo un espejismo, como esas ilusiones de la vista que dicen ocurren en los desiertos.
ResponderEliminarUn saludo
Las insolaciones son muy malas. Es una manera de entender el relato. un saludo Carmen.
EliminarMe encanta. Buenísimo.
ResponderEliminarGracias Juan Marcos y cuidado con el calor.
EliminarMe encanta.
ResponderEliminarGracias Sebastian.
EliminarCuanta ternura Leonor.
ResponderEliminarGracias Ana seguro que también es porque lo ves con ternura. un saludo.
EliminarEn el fondo,muy dulce.
ResponderEliminarGracias Encina que disfrutes del verano.
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