Eran compañeros de camino, a veces se perdían de vista
durante algunas jornadas pero sus pasos volvían a encontrarse siempre. Alguna
visita o un negocio en algún pueblo o granja era el pan de cada día.
Él contaba que había nacido entre las dos orillas de un rio y
que al igual que el agua, él caminaba por los caminos sin detenerse y como
las cabras desde muy pequeño tiraba para el monte. Riachuelo le llamaba su abuela
cariñosamente y desde entonces ese era su nombre.
Ella había nacido a la sombra de un carromato en el recodo
del camino, siempre encaramada algún lugar: su padre la llamaba su pequeño
monito, era pequeña, escurridiza y rápida algunos de sus amigos la llamaban la
anguila.
Se conocieron años atrás, se habían visto en mercados, en
pueblos, en fuentes, en recodos. De lejos siempre midiéndose y reconociéndose.
El camino era de todos pero cuidado con hacerse
con lo que no es de uno.
Paso la época de las vacas gordas y llego la de las vacas
flacas, no era fácil hacerse con el sustento y algunos caminantes se tornaron
en vagabundos y otros en ladrones.
Las posadas y ventas cerraban sus puertas a cal y canto y
no las abrían hasta que llegaba el alba, los campamentos al
aire libre se convirtieron en pequeños bastiones donde el metal relucía a la
luz de la luna.
Los caminantes ya no se llamaban hermanos o amigos entre sí,
los recelos y la desconfianza se escondían en las bolsas y entre los pliegues
de las capas.
La jornada llegaba a su fin, los pies pedían descanso y el ocaso invitaba al reposo
y a la búsqueda de un lugar para dormir.
Una pequeña cabaña techada no hacía mucho tiempo, llamaba a
aquellos que buscaban cobijo y amparo.
Hasta media docena de personas se habían concentrado a la puerta de la casa.
Tres más llegaron y se dispusieron en grupos de tres, nadie
parecía fiarse de nadie. Nuestros dos protagonistas llegaron por separado
observando la estampa.
Riachuelo hizo un fuego y puso su caldero pensando que quizá
así la gente se animaría y entre todos podría hacer un guiso que llenara los
estómagos y apaciguase los miedos.
Anguila busco en su bolsa y se acercó a él:
-
¿Podrías
prestarme tu caldero y el fuego? Tengo agua e ingredientes pero no donde
cocinarlos. Prepararé una rica sopa de piedra que te vas a chupar los dedos.
Se apartó y dejó que ella pusiera
agua en el caldero y mientras removía
saco una piedra y la puso dentro. Él le ofreció algo que sacaba de su bolsa.
-
Tengo
un par de patatas, seguro que le darán buen sabor.
Ella asintió y dejo que el añadiera
las patatas, mientras la gente de alrededor miraba curiosa y murmuraba en voz
baja.
Riachuelo probo del guiso y se
relamió mientras seguía conversando con ella sobre la opípara cena que se iban
a dar.
Se sentaron cerca del fuego y
conversaron, poco tiempo después se acercó una niña pequeña con algo en su
mandil, había recogido hierbas de la orilla del camino se las traía para
enriquecer su guiso.
Ellos la invitaron a que las pusiera
y a que lo probara, se marchó y al poco tiempo regreso con su padre, traía
nabos silvestres y le invitaron a que los pusiera en el guiso y se sentara con
ellos.
La curiosidad había podido con el
hombre y después de haber mandado a la pequeña y cerciorarse de que recibía una buena acogida llamó a su mujer que se unió a la reunión.
Unas zanahorias, un poco de carne,
sal, unas setas, se fueron añadiendo a la sopa, ante la curiosidad del cada vez
más nutrido grupo.
El vino y la cerveza fueron
circulando entre los que esperaban aquella milagrosa sopa, algunos cantaban,
otros reían y el miedo dio paso a la confianza y el relajo. Los niños corrían y
a ratos se acercaban al mágico caldero y su especial contenido.
Llegado el momento riachuelo y
anguila hicieron los honores y repartieron la sopa entre todos, tiempo después
cada cual recordaba la historia de diferente manera. Añadiendo unos toques u
otros.
Nadie recordaba haber probado una
sopa tan buena, después una larga sobremesa endulzó el cansancio de
los caminantes y casi sin darse cuenta todos fueron buscando un lugar para
dormir.
Por la mañana cada cual se dispuso a seguir su camino con
el buen recuerdo de una noche mágica en la que todos habían dejado a un lado
los recelos y el miedo y había compartido una sopa celestial con amigos.
Desde entonces Anguila y Riachuelo se
hicieron compañeros de camino, y en ocasiones volvían a preparar la famosa sopa
de piedra. Nunca sabía igual y siempre sacaba lo mejor de las personas.
Mi historia se basa en una
leyenda oral. Me he permitido darle mi
propio toque a esta famosa sopa esperando que la disfrutéis tanto como yo lo he
hecho al hacerla.
Buen provecho.
Imagen propia, bajo la misma licencia que el Blog.
Imagen propia, bajo la misma licencia que el Blog.
Muy inspirado. Me ha gustado, me recuerda a varios cuentos: eso es bueno. Que evoque sin saber qué concretamente, y que no importe -al revés- conocer más versiones. Chapeau.
ResponderEliminarGracias :)
EliminarMe ha gustado, en una situación hostil, son capaces de crear todos juntos, la sopa personifica aquello que los hombres conseguimos cuando nos unimos.
ResponderEliminarCumple los requisitos básicos del cuento, en el sentido estructural es perfecto (todo es mejorable por supuesto, para mi siempre es dificil decir: "esto ya está" ).
Vuelve a leerlo, en voz alta, escúchate, la puntuación es mejorable, conseguirás darle más fuerza y sentimiento, necesita variar comas y utilizar signos de admiración e interrogación.
Gracias por haberlo leído y el comentario. Todo es mejorable siempre, volveré a leerlo y puntuarlo. Buen fin de semana y hasta pronto.
EliminarHe disfrutado mucho de tu historia. Tiene fuerza y te engancha, aunque intuyas el final y la moraleja.Describes muy bien el ambiente.
ResponderEliminarSaludos
Muy ,agradecida Ambar, como decía Kadafis lo importante es el viaje y disfrutar de el. Un saludo y buena semana.
EliminarUno a uno, cada cual con su pequeña aportación, su minúsculo grano de arena, cambianlo que en principio era hambre, agua caliente e imaginación para engañar al estómago en una opípara cena, digna de un rey, no por los ingredientes, sino por el hecho de compartirla en buena compañía. El sabor de la sopa ya era lo de menos.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias por tu aportación Carmen siempre pones pinceladas de color en mis historias que la enriquecen. Que tengas bonitos días y los disfrutes. un abrazo.
EliminarUna preciosidad, por lo sensible y lo atinado. Feliz Pascua atrasada, Leonor.
ResponderEliminarFeliz Pascua para ti tb Merit, y gracias por el comentario.
EliminarMe encanta.
ResponderEliminary a mi me encanta que te encante. :)
EliminarTiene razón Chelo: encantador.
ResponderEliminarPues todos encantados con el relato. genial.
Eliminar¿ Para cuando la próxima entrada?
ResponderEliminarSaludo Ambar estamos en ello, :) estos días hemos estado inmersos en otros proyectos. un abrazo y buen fin de semana.
EliminarPara pensarlo, cuanta razón.
ResponderEliminargracias presentación :)
EliminarCuanta razón, qué guapo el cuento.
ResponderEliminarGracias Sota.
EliminarMe encanta.
ResponderEliminarme alegro Anton te deseo una buena jornada y buen camino.
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