Miedo me da poner el pie en
el suelo, lo mío ya no es levantarse con el pie izquierdo es no poder
plantarlo porque puede cambiar el mundo
que me rodea.
Parece el resumen de una
historia de ciencia ficción, y es el día a día que llevo viviendo desde hace un
mes. Me levanté una mañana y el pie me avisó, un mal movimiento mientras dormía,
ya que no soy sonámbula ni tengo una vida paralela en la que me dedico a hacerle la competencia a Spiderman por las
noches.
Miro las muletas que se han
convertido en mis compañeras y en la única manera de estar tranquila, pongo
agua a calentar y abro las ventanas para que entre el aire fresco de la mañana.
Conecto el teléfono y veo
que no hay mensaje ninguno, enciendo el ordenador, consulto el mail y mientras escucho hervir el
agua apago el pc.
Pongo la radio y tomo la
taza entre las manos, evito mirar el
pie, que ya lo conozco de memoria, podría dibujarlo hasta el más mínimo detalle
por dentro y por fuera.
El dolor y yo éramos ya
viejos conocidos por otras razones y en otras partes del cuerpo, pero en el talón
era una novedad. Hasta soñaba con ello, un sueño lúcido en el que no era yo
misma, pero en esencia si, en un lugar extraño frío y húmedo.
Se asemejaba a un sótano, un
lugar bajo tierra por el que corría, no huía de nadie pero sentía la necesidad
de salir de allí. Un paso más y algo entraba en la carne cerca del talón. Una
ola de dolor inundaba todo mi ser y entonces era cuando despertaba.
Diagnóstico: un mal paso, un
recalcón, mucho estrés… pero así sigo después de un mes. Todo esto sería
asumible si no fuera por la otra parte. La más extraña y la que tiene menos
explicación.
Lo que ocurre a mí alrededor
cada vez que pongo el pie en el suelo. El tiempo se detiene, o todo se queda en
silencio, o el mundo comienza a andar a cámara rápida, la gente cambia de
color, se quedan sin voz…
Durante los primeros días pensé
seriamente en que necesitaba descanso y
evadirme del mundo. Fueron unos días tranquilos, el pie en reposo, mi
madre o mi hermana pasaban a hacerme una
visita y me trajeron las muletas que andaban por casa, que había usado mi
hermana en una ocasión. El mundo parecía de otro color, entre tanto relax y el
pie quietito y sin dar guerra.
No había mucho trabajo, y lo
que tenía que hacer vía teléfono y nuevas tecnologías pudo resolverse, todo el
mundo parecía más amable y mucho más dispuesto.
Fui haciendo más pequeña la
montaña de libros malditos, muchos los tenía pendientes desde hacía bastante
tiempo, tomé la lectura con fervor, como si fuera la primera vez que leía, todo
era nuevo, excitante, y me hacía feliz.
Entre mis lecturas apareció una
historia, más bien una leyenda sobre reyes sagrados y la herida que se les hacía.
Luego, no podían volver a poner el talón
en el suelo.
Me lo quedé pensando y mirando
mi lista de cosas que me gustaría hacer, estaba la de visitar a mi amiga Alma, tenía
una pequeña tienda esotérica en el barrio. Le había prometido visitarla mil y
una vez veces y todavía no lo había hecho.
Sonó la campanilla de la
puerta y Alma me saludó desde la trastienda, me invitó a que pasara y me recibió
con un abrazo. Me senté y dejé las muletas. Ella me miro con su mirada enigmática.
Sin más me dijo que lo mío
era cosa de la toma de tierra, que la debía tener obstruida o más bien por
alguna razón hacia contacto con las fuerzas de la tierra y debía buscar algo
que la aislara hasta que encontrara el motivo del bloqueo.
Se me debió de quedar una
cara de no entender nada, pero me pareció que no era una idea descabellada. Me invitó
a que visitara la tienda de un zapatero
en un callejón en las traseras, un par de calles más allá de donde nos encontrábamos.
Me despedí dándole las
gracias e invitándola a comer en casa una de mis famosas tortillas de patata
que tanto le gustaba. La verdad era que mientras no pusiera el pie en el suelo,
todo me iba a pedir de boca. Caminé despacio fijándome en la gente, sin
enfados, sin prisa y me di cuenta que el mundo era bastante distinto si uno se
lo proponía. Entré en el callejón. Corría una brisa suave, con olor a lluvia y
primavera, la persiana estaba levantada y un hombre trabajaba dentro a la vista
de todo el mundo.
Me recordó a las historias
de zapateros remendones y duendes, él me sonrió, se limpió las manos y salió a
recibirme. Le conté lo que me pasaba y que me mandaba Alma.
Volvió dentro y abrió un cajón.
Salió y me dio algo envuelto en papel
de estraza, le pregunte por el precio y él me dijo que me las trocaba por las
muletas cuando ya no las necesitara.
Abrí el papel y vi dos
taloneras, me senté y me puse una, parecía que ya no dolía me puse en pie y le
di con sumo gusto las muletas. Metí la otra talonera en mi bolsa y me despedí
del hombre deseándole un buen día.
Caminé despacio, todavía con
el dolor residual de todos aquellos días, hacia buen tiempo y ante mí estaba el
boulevard, mediodía y una primavera en todo su esplendor.
Me senté en un banco y saqué
mi cuaderno de dibujo, un lápiz y me puse
a dibujar. La gente sonreía, los niños
jugaban, y en toda aquella idílica postal vi a alguien que emanaba lo mismo que
desprendía yo hasta hacia un rato.
Lo miré, vestido de manera
informal con la cara del dolor y un bastón que me recordaba a las crónicas campestres.
Me acerqué y me ofrecí a acompañarlo hasta un banco cercano.
Caminamos despacio hasta
llegar al banco, le ayudé a sentarse, escuché a dos cuervos emprender el vuelo. Tenía la
certeza de que su dolor era igual que el mío así que sin dejar de sostener la
conversación amable que habíamos comenzado, busqué en mi bolsa, guardé los
utensilios de dibujo y saqué el papel de estraza.
Se lo tendí, diciéndole que
aquello podría aliviar su dolor. Me miró dándome las gracias, y sacando la
talonera del papel. Me ofrecí a ayudarle a despojarse de la sandalia y ponerse
la talonera.
La cosa parecía que
funcionaba se puso en pie y en poco tiempo el bastón ya sólo era un objeto
testimonial. Muy amablemente me invitó a comer y yo acepté.
Nos acercamos a la tienda
para dar las gracias nuevamente al zapatero. Parecía cerrada, cosa extraña ya
que minutos antes estaba abierta. Entonces pensé en una frase que leí hacía algún
tiempo, la magia nos encuentra y en ocasiones es un destello.
Nos encogimos de hombros y
volvimos al boulevard. Todavía a veces regresamos
por aquel callejón…
Imagen propia bajo la misma licencia que el Blog.
Si quieres leer la primera parte, pincha aquí.
Imagen propia bajo la misma licencia que el Blog.
Si quieres leer la primera parte, pincha aquí.
Es de traca de bueno. Felicidades.
ResponderEliminarGracias Len se nota que disfrutamos y disfrutáis y eso es lo que cuenta. un saludo.
ResponderEliminarJoer que bueno.
ResponderEliminarGracias Anton :)
EliminarLo he leido dos veces. La magia en lo de cada dia. Que bien escribes, Leonor.
ResponderEliminarGracias Presentación es un placer escribir y mas si quienes te leen lo aprecian tanto un saludo y buen finde.
EliminarImpresionante relato, Leonor. Y la foto. ¿Cómo la hicisteis?
ResponderEliminarGracias Aur, la foto la hizo Thorongil a una vidriera y al haber un cristal la instantánea capto, el otro lado, a mi a el y todo lo que había por allí una de esas fotos que salen una vez cada un millón de fotos. un saludo.
EliminarEs tan bueno como para releerlo.
ResponderEliminarSi lo es yo lo he releido ya un par de veces por lo menos y cada vez me impregno mas de el. un saludo y gracias Alodia.
EliminarPrecioso.
ResponderEliminargracias Encina :) que la magia te acompañe.
EliminarSiempre la magia.
ResponderEliminary que no falte, que sin ella todo seria muy gris. un saludo.
EliminarComo los buenos libros de cuentos.
ResponderEliminarMuchas gracias Migue es un placer leer tus comentarios, un saludo.
EliminarDe los que mas me han gustado escritos a medias, y eso que todos me gustan.
ResponderEliminar:) la verdad es que es de lo mas cotidiano mezclado con polvos de duende quizá ese sea el secreto de que guste tanto, ya que puede pasarnos a cualquiera algo así. un saludo.
EliminarPrecioso, mágico como la foto.
ResponderEliminargracias Chelo, fue un acierto unir foto y relato sin duda. :)
EliminarTu magia especial siempre.
ResponderEliminargracias Ana vosotros tenéis que ver con ello que nos animáis a escribir mas. un saludo.
EliminarEso es, magia.
ResponderEliminar:) y que fluya siempre Andres, un saludo y buena semana.
ResponderEliminarQué bueno.
ResponderEliminargracias Lucas, :) revisando lo escrito encontré este mensaje sin contestar, nunca es tarde. un abrazo.
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