Y aunque parecen estas cosas contrarias y como increíbles
procuraré mostrarlas con no poca claridad,
aunque en esto ni en todo lo
demás seré
cabezudo, que cada uno sienta lo que Dios le ayudare.
(Fray José de Sigüenza.
‘Fundación del Monasterio de El Escorial por Felipe II' ).
Todos sabían que algo iba a ocurrir en aquel año de 1577. El astrólogo
de Felipe II había asegurado que la fecha fatídica sería el 21 de junio, debido
a que esa noche la Luna entraba en su séptimo mes a la vez que el Sol
inauguraba el séptimo grado del signo de Leo.
El edificio, según la
versión oficial, tenía como objeto conmemorar la victoria de las tropas
españolas sobre las francesas en la batalla de San Quintín. Algunos sospechaban
que había más razones. Se sabía que el rey devoto era también inclinado a la
astrología, la alquimia y otras tantas ciencias en boga en la Europa del
renacimiento. Además, decían, vestía siempre de negro no por modestia o piedad,
sino para congraciarse con Saturno.
Desde hacía varias semanas,
los obreros que trabajaban en el Monasterio aseguraban haber visto rondar de
noche un enorme perro negro que arrastraba una larga cadena. Decían que el
animal daba prodigiosos saltos “que no podían ser sin alas”, según el cronista
José de Sigüenza, y que se encaramaba saltando a lo alto de los pescantes de
las grúas. Arquitectos, aparejadores, obreros y monjes habían escuchado los
aullidos nocturnos de la extraña criatura.
Esa noche los frailes
estaban en la Iglesia, rezando Maitines. Oyeron entonces tales aullidos que,
según fray José el cronista, “no quedó religioso en el coro al que no se le
erizase el pelo”. Esta vez el sonido provenía de los cimientos del edificio,
bajo las mismas ventanas del rey. Al cabo, dos monjes se atrevieron a descender
al cimiento de las obras, capturaron al perro y lo ahorcaron en el antepecho de
la Iglesia, de tal forma que todo el mundo pudiera verlo a la mañana siguiente.
Dar muerte a un perro por
ladrar no era algo corriente. Mucho menos que fueran monjes los encargados, y
no la compañía de alabarderos del rey. Y
lo más inusual, el hecho de ahorcar al perro y de remate colgarlo en lugar
sagrado, para que bien pudieran verlo cuantos fueran a la misa temprana.
Los rumores se dispararon.
Dijeron que el perro no era tal, sino Cancerbero, el que guarda los abismos del
infierno. Otros opinaban que se trataba del perro de San Lorenzo (santo que
nunca tuvo perro, que sepamos). Pero no era la primera visita que el diablo, o
sus criaturas, hacían al Monasterio.
Apenas un mes antes,
la víspera de la Magdalena, se observaron al atardecer unos negros nubarrones
que subían del valle. Las nubes se arracimaron en la cara sur del monte Abantos,
y lentamente se desplazaron hacia el norte una vez hubieron rebasado la cima.
Fray José, minucioso, registró entonces que una de las nubes emitió un rayo:
‘una exhalación seca y pavorosa’. Algunos de los hombres que estaban haciendo
guardia cayeron al suelo derribados. El
rayo impactó en la sacristía destruyendo los lienzos que allí se guardaban, así
como el cajón de las casullas y las telas que se custodiaban en la pieza. Pero
el impacto principal fue en la Torre de
Poniente, donde se encontraban las campanas. Algunas piedras cayeron sobre la
estancia del fraile relojero. El incendio que siguió a los impactos no pudo
sofocarse hasta las seis de la mañana del día siguiente. Pero lo más curioso es
lo que le sucedió al hermano relojero. Fray José de Sigüenza lo describe:
“{una vez
apagado el incendio, y tras dar gracias} subió como solía a tañer las campanas,
con prisa. Entonces no sentía nada. Más luego, poco a poco, le cogió una fuerte
melancolía: mudósele el rostro extrañamente, y mudó el color suyo de blanco a
un pardo triste. Saliéronle lunares grandes y negros; vivió otros tres años, y
al fin murió casi sin que se le echase de ver. Entendióse que le entró algún
humor en el cuerpo la noche del rayo, humor que le causó tales efectos.”
El Monasterio de El Escorial ya
había sido por entonces consagrado, y puesta su Primera Piedra. Curiosamente,
siendo exactos, habría que decir que dos veces consagrado, y con dos primeras
piedras (que deben, suponemos, seguir allí).
La primera consagración se
realizó mediante una ceremonia mágica (de nuevo nos lo cuenta fray José de
Sigüenza), ceremonia a la que se negaron a asistir tanto el prior –que se
disculpó diciendo que se sentía enfermo- como el Obrero Mayor designado por el
rey, fray Antonio de Villacastín. El fraile declaró, “no sin cierta violencia”,
que ‘asienten ellos la primera piedra, yo para la postrera me guardo’.
La ceremonia tuvo lugar el 23
de abril de 1563. A las once de la mañana un grupo de hombres se reunió en la
explanada situada al pie del monte Abantos. El lugar había sido utilizado de
antiguo como almacén de las escorias producidas tras siglos de explotación
minera –de ahí el nombre: el escorial- aunque en aquel momento se encontrara
abandonado.
La comitiva estaba formada
por varios frailes de la Orden de San Jerónimo, albañiles, canteros y el
arquitecto mayor, Juan Bautista de Toledo. El arquitecto marcó el suelo con su
bastón en un punto concreto. A sus órdenes, los obreros se pusieron a cavar un
hueco en la tierra. Después, uno de los frailes quitó el lienzo negro que
cubría un bloque de granito procedente de las canteras de Peralejo. Felipe II
había encargado a su astrólogo que le hiciese un horóscopo a la piedra. También le pidió que hiciese el suyo propio, según
fray José, “en desafortunado regreso a los tiempos paganos.”
Cuatro meses más tarde tuvo
lugar la ceremonia oficial, con asistencia del obispo, el rey y su séquito. Se
puso otra primera piedra –esta vez cubierta con un paño rojo- en la cual el
obispo trazó cuatro cruces con un cuchillo, según el ritual al uso. Esta vez,
la ceremonia fue pública.
Bibliografía.
Fray José de Sigüenza.: ‘Fundación del Monasterio de El Escorial por
Felipe II’. Madrid, Apostolado de la Prensa, 1927.
Vorágine, Jacobo de la.: ‘La Leyenda Dorada’, Madrid, Alianza
Editorial, 1982.
Eliade, Mircea.: ‘El mito del eterno retorno’. Madrid, Alianza
Editorial, 1985.
http://historiaconminusculas.blogspot.com.es/2011/09/los-misterios-de-el-escorial.html
http://historiaconminusculas.blogspot.com.es/2011/09/los-misterios-de-el-escorial.html
En la Wiki.
Están los raritos, como el tal fray José de Sigüenza, Juan Bautista de
Toledo, y bastantes curiosidades.
Imagen Wikimedia Commons. User Xauxa.
Fascinante.
ResponderEliminarExtraño, sin la menor duda.
ResponderEliminarCuriosa mezcla en rey tan devoto de piedad extrema con gusto por los horóscopos, la pintura de El Bosco, la astrología y su obsesión por coleccionar reliquias de santos y por encontrar la piedra filosofal, para cuya misión disponía de estudiosos con habitaciones secretas en El escorial. La leyenda del perro negro y la mala suerte pendieron sobre los destinos de la Monarquía Hispánica durante muchos años. Quién sabe si el dichoso perro no tuvo algo que ver en la derrta de la Inevncible.
ResponderEliminarUn saludo
A mí me gustaría saber dónde están las dos piedras de fundación (honestamente, si hay que elegir, la primera, a la que le hicieron el horóscopo) y qué carallo le pasó al fraile relojero para acabar ceniciento, con pigmentación oscura y manchas en el cuerpo como si en vez de un rayo o unas piedras le hubiera caído veneno en la jarra del agua o imposible radiación. El perro seguro que era pariente del sabueso de los Baskerville, o de otros perrazos negros con muy mal meigallo. Gracias por el comentario, Carmen: un saludo.
ResponderEliminarPara un guión de terror.
ResponderEliminarPero un guión de los buenos, y de los muy retorcidos...
ResponderEliminarQué curioso, y cuantas rarezas.
ResponderEliminarRarezas, leyendas y cosas de veras extrañas tiene El Escorial tantas como para escribir una Enciclopedia...
ResponderEliminarLo del laboratorio secreto no se si sera leyenda, pero te lo cuentan. Como lo de los libros al revés.
ResponderEliminarLos libros al revés, con los lomos vueltos hacia adentro, están a la vista del visitante. En cuanto al laboratorio y a otras cuantas curiosidades, te recomiendo que le eches un vistazo a este artículo, Andrés. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarhttp://historiaconminusculas.blogspot.com.es/2011/09/los-misterios-de-el-escorial.html
Muy interesante tu artículo, y el que le has recomendado a Andrés Soler.
ResponderEliminarGracias. Me interesó contar las cosas que normalmente ningún guía turístico dice.
ResponderEliminarFascinante.
ResponderEliminarBastante laberíntico, sí.
ResponderEliminarSi eso lo contó un fraile, a saber que pasaría de verdad.
ResponderEliminarTambién me gustaría a mí saber lo que el fraile no contó XDD
ResponderEliminar¿De verdad los frailes ahorcaron al perro en la iglesia?
ResponderEliminarEso contó el cronista, que también era fraile. Un lugar muy poco 'decoroso' para colgar un cadáver...
ResponderEliminarYa decia yo que el Escorial da muy mal rollo.
ResponderEliminarCuando te llevan de excursión con la escuela, suele dar mal rollo. A mí también me lo dio, sin explicación alguna. Luego es otra cosa. Pero estoy de acuerdo en que en especial algunas zonas hacen que vuelvas la cabeza más de lo que sería normal XD.
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarGracias. Me alegra que te haya gustado, Ana.
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