Introducción.
Durante siglos navegación fue sinónimo de cabotaje.
La costa nunca dejaba de verse: ante el menor indicio de posible pérdida de rumbo
o cualquier otro problema, al anochecer se echaba el ancla en puerto o se buscaba
un abrigo natural. Así unos cuantos años de experiencia eran suficientes para
formar marinos expertos que recorrían no sólo el Mediterráneo, sino las costas
del occidente europeo.
El gran auge comercial de la Edad Media hizo cambiar
radicalmente el antiguo modelo. Con un objetivo económico se imponían nuevas
soluciones para rentabilizar los viajes y hacerlos más seguros. Era necesario
abreviar la duración, ajustarla a distancias mucho mayores durante la época de
navegación, que dependía de factores naturales y no había cambiado: de marzo a
septiembre.
Se impuso así la navegación de altura, dejando de
ver la costa como referente seguro. Y fueron absolutamente necesarias dos
nuevas realidades prácticas: la brújula, y la carta náutica.
Las cartas náuticas medievales, también llamadas
cartas de marear o portulanos, eran representaciones sobre un gran pergamino de
las costas de los mares Mediterráneo, Negro y Rojo; las del océano Atlántico
(África noroccidental, Europa mostrando el Mar Báltico y la península
escandinava) y los archipiélagos: Islas Británicas, Azores, Madera, Canarias.
Algunas de estas cartas representaban áreas más
orientales, como el mar Caspio, el Golfo Pérsico y la totalidad de la península
arábiga.
Al ver esas cartas náuticas, lo más significativo y
posiblemente lo primero que salta a la vista es la gran cantidad de líneas que
las cruzan en todas direcciones. Su propósito es determinar el rumbo a seguir
sin que sea necesario ayudarse con reglas o transporta ángulos: el rumbo entre
dos puntos siempre tendrá cerca y paralela alguna de las rectas. También suele
resultar llamativo observar la multitud de topónimos con los que se indica el
nombre de los accidentes geográficos y los puertos. Al fin y al cabo, llegar en
el menor tiempo posible, con el cargamento intacto y sin problemas era el
objetivo principal de los portulanos.
La Escuela de Mallorca: antecedentes.
Tras la conquista de Baleares por Jaime I en 1229,
la posición estratégica del archipiélago supuso un rápido desarrollo del
comercio a gran escala, y la creación de una Escuela Cartográfica. Las primeras
cartas náuticas realizadas en Mallorca se conservan actualmente en el Museo Británico de Londres, incluyendo las de Angelino
Dalorto (1327) y el portulano de Angelino Dolcert (1339). En ambas puede verse
la casi totalidad de las características citadas antes: vivo colorido, nombres
de lugares, puntos topográficos recogidos con minucioso detalle, y notas
explicativas en latín. El portulano de Dolcert presenta una clara desviación
del Mediterráneo, para adaptarlo a una representación del espacio mucho mayor e
incluir así tanto el norte de Europa como información sobre las costas
africanas.
Escuela de Mallorca: la familia Cresques.
El rey Jaime I respetó a la colectividad judía,
afincada en la isla desde siglos atrás, una vez conseguida la conquista. Esta
comunidad se vio aumentada con otros correligionarios, sobre todo provenientes
del Languedoc tras la devastación que supuso la cruzada contra los cátaros en
1244. Vinieron de Perpiñán y Montpellier, con apellidos como Nabot,
Bonet, Cresques, Massana y otros. Protegidos por Jaime I y sus sucesores,
desempeñaron cargos administrativos de importancia y oficios que los vincularon
con el entorno directo de los reyes, como el de médico.
Aunque los judíos mallorquines no eran marineros,
muchas razones los acercaban a ese oficio. Dedicados a los negocios durante
siglos, dominaban la mayoría de las lenguas habladas y escritas en el ámbito mediterráneo.
Sus propias relaciones familiares y con otras comunidades afincadas en muy
distintos reinos potenciaban tanto su interés comercial como el constante
intercambio de noticias, libros e ideas. La protección de la corona y su
demostrada fama de cultos, políglotas, industriosos, poseedores de amplios
conocimientos astrológicos y científicos hicieron el resto.
Abraham Cresques descendía de una familia
establecida en Mallorca durante generaciones. En los archivos reales se
incluyen referencias a un tal Ferrer Cresques, médico, y a Vidal Cresques, alto
funcionario de la administración. Abraham (n.h. 1320-m.1387) fue relojero,
constructor de brújulas o bruixoler así como de otros
instrumentos de navegación, y cartógrafo. Disfrutó de una excelente reputación
en la corte, con el título de magister mappamundorum et bruxolarum
del rey.
El rey Juan II ordenó a Abraham Cresques elaborar
una carta náutica digna de ser regalada por un monarca a otro. Juan II quedó
tan satisfecho que le encargaría varios regalos reales más en forma de
portulanos. En parte para mostrar su amabilidad, por supuesto. En una parte
mucho mayor, para demostrar sin sombra de duda quien poseía la mejor Escuela
Náutica, los sabios de insuperable categoría y el poder para dominar una enorme
y sofisticada red comercial.
Abraham tuvo un hijo, Yehuda o Judá, que trabajó
estrechamente con su padre en la creación de mapas y portulanos. A finales del
siglo XIV, las predicaciones antijudías del dominico Vicente Ferrer
desencadenaron el caos en Mallorca. Judá Cresques y su familia aceptaron la
conversión al cristianismo junto con un gran número de correligionarios y
adoptó el nombre de Jaume Ribe. Así continuó gozando del patrocinio del
rey, y se convirtió en magister cartorum navigandi de la
corte. Algunos investigadores creen que se trata del mismo Mestre Jácome de Malhorca
que estuvo en la corte de Enrique el Navegante de Portugal, y lo consideran
persona de transición entre la cartografía catalana y la naciente Escuela de
Sagres portuguesa.
Bibliografía.
h.html
Imágenes: Wikipedia, Creative Commons.
1) Atlas Catalán de Abraham Cresques.
2) Restos del domicilio de la familia Cresques en la judería (o Call) de Mallorca.
Muy buen texto un mordisquito a la historia cartográfica y naval de España,espero que amplíes mas sobre el tema en otra ocasión me ha parecido muy interesante.
ResponderEliminarPara ser honesto, mi problema es como reducir y no como ampliar...pero si se me da licencia, la trinco. Gracias por haberlo leído.
ResponderEliminarMe ha gustado. Mucho.
ResponderEliminarGracias por haberlo leído, Sebastian.
ResponderEliminarUn artículo excelente.
ResponderEliminarGracias, Juan Marcos. Pendiente queda una ampliación que siga a la familia Cresques hasta la corte portuguesa y la Escuela de Sagres.
ResponderEliminarJusto cuando te iba a poner el comentario, recibí una llamada y tuve que salir corriendo a resolver algo, así que resuelto el asunto, vuelvo aquí a comentarte. Me interesa este tema mucho, como bien sabes, escribo una serie sobre navegantes en mi blog que titulo "Hacerse a la mar" y desconocía esta historia sobre Abraham Cresques, bruixoler y cartógrafo. Por cierto, me fui a leer más sobre S.M. Jaime I de Aragón quien además de territorios era gran conquistador de mujeres.
ResponderEliminarQuiero pedirte disculpas por no haberme dado cuenta de que tenías blogs. Estoy en un período de muchos viajes y a veces, me despisto un poco. Un abrazo, otro a Ainoha.
No te preocupes, Myriam: me temo que todos tenemos la cabeza un poco a mil cosas. Me alegra que te haya interesado. Ya ves, Jaime I parece que tenía "tiempo para todo" en una vida de lo más ajetreada...Le transmito tu abrazo a Ainhoa, quien es la otra mitad de ambos blogs. Otro para ti, y buena semana.
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