Estudio Erudito sobre la Cucaracha Adicta.



El primer error fue tomar la fotografía al rasante del atardecer. Ni una cucaracha. Claro que el flash nocturno funciona cuando quiere, mala suerte. Tras un invierno y una primavera muy lluviosos, hay plaga de lozanas cucarachas. Entiendo por lozanas aquellas capaces de subir a un séptimo piso sin botella de oxígeno, sherpas ni crampones. Así a pecho. A cáscara.

Como todo el mundo, algo se de cucarachas. Pero el erudito coronado de laureles es mi vecino, don Eulogio alias Malbichototal57, según su correo electrónico. El tío no me cae bien aparte de eso de saludarse en el ascensor. Yo tampoco le molo nada. Cosas que pasan. Pero ayer nos dimos de boca en el rellano, tierra de nadie. Él recogía una cucaracha con sublime delicadeza, usando papel de fumar. Lamentablemente yo acababa de convertir a otra en papilla, pisotón seco, certero, crujiente.

Nos miramos mal. Ese cruce de ojos, chispas como las de una fragua: cachocabrón, es capaz de tener un criadero. Eso pensé. Igual él pensó: cachocabrón, asesino de una de las criaturas más notables de la naturaleza. 

Claro que uno nunca sabe. Engancharme a hostias con don Eulogio no era muy inteligente. Supongo que llegó a idéntica conclusión, por su parte. Ni me molesté en carraspear y hacerme el educado. Broma envenenada. Usted es entomólogo, esto es una casa de vecinos, y a sanidad le encantan algunas cosicas bien contadas. Tampoco don Eulogio se molestó:  esto es una casa de vecinos, una planta alta, y observo que ha observado usted las rarezas. Vivediós.

Pues sí. Las cucarachas son muy rápidas. Para pisar una hay que correr, mucho. Aborrecen la luz. Pones cebos y aparecen al otro día tras su última cena, pero aún se mueven. Las de este verano son raras. En la casa. Bien gordas, bien cebadas, pero estúpidas. No huyen de la luz. No corren. Van pasito a paso hasta que las pisas. A cámara lenta. Vale, don Eulogio hace con ellas estudios químicos, o eso juró, fuera de la casa. En laboratorio. Vale.

Comen demasiada marihuana. Estaba por reírme, hasta que me lo pensé. De muro en muro, de casa en casa. Cuando llegan por aquí o les da el mono o ya van tan hartas de verde que no ven la luz, o les mola, o no acompasan las seis patas, o van puestas hasta la negra cáscara y ni corren. Crac, pisotonazo. Ciertamente, don Eulogio es un vecino malafollá, pero las evidencias no pueden negarse. Quiere hacer una especie de puré de bichos para que lo analicen. Su idea es racional. Nadie lo analizará. Sin embargo, queda como posibilidad científica (en otro lugar más civilizado) utilizar las Cucas que ya no pueden caminar porque no tienen (o les sobra) marihuana que papear. 

¿Es una broma? Claro. De mis sandalias.




Imagen propia,bajo la misma licencia que el blog.

Comentarios

  1. Lo que tienen los veranos y las historias de tus sandalias. Un abrazo.

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  2. Lo que nos conserva cuerdos es poder reírnos de nosotros mismos. Y de los demás, menos despiadadamente de lo que que parece. Gracias, wapísima cocazadora de cucas adictas.

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