¿Dónde está el huerto?




No se conocieron con quince años. Ni en el mismo instituto, ni el mismo pueblo, ni la misma cuadrilla.

Tampoco tendrían por qué haber conectado. Él era largo, flaco, de manos y pies grandes. Del antiguo pueblo, pálido de pellejo, ojos color bosque oscuro, pelo de ala de cuervo, nariz ganchuda.

Se juntaron tarde. Tarde tuvieron una nena más lista que el hambre. Ana. Anne. Total, no suena tan diferente. 

Aita (papá) se buscó un trocito de huerto que alquilaban por precio simbólico los del ayuntamiento. Ama (mamá) iba cada día en autocutre a su trabajo. Ana (o Anne), a la escuela. Aparte de lo cotidiano todos hacían más cosas. Pero eso se sale del cuento que contamos.

Papá no estaba muy dispuesto a dejarle una azada a su hija. Porque era una azada, y pesa, y porque las nenas no son fuertes, y porque quieras o no, haces cuentas sobre las cuentas que otros hicieron. Pero la nena preguntaba. Acertando. Y al final le dejó la azada y sus propias manos, no la jodamos y te hieras, yo te ayudo. Cavemos.

Cavemos fue vamos a ver si espigan, agua a ver cuánta cayó, vamos con la cesta, vamos al monte. A las veras del río a por los bulbos del hinojo. Arriba, en su tiempo, a por castañas. A por hongos. A por barbarverdes o lo que ciertos árboles rezuman, que ya sabían de eso las amoñas (abuelas, en genérico, ancianas sabias).

Una noche Ana (o Anne) entró en tromba en la alcoba de sus padres. Como un rompehielos, tras sus pies descalzos el perro, la gata, y una bocanada de frío que volvía reales cuentos y leyendas. Mamá y papá se tiraron de la cama,¿Qué pasa, hija, tranquila...qué es?

Era el viento. Había pelado todos los huertos, a ras de suelo, cercanos al río. Una guadaña sin mano que la esgrimiera. Lo que se tenía en pie estaba negro, congelado y quebradizo. Esa es la vuelta de la marea.

Cuando Ana (o Anne) creció, hizo muchas cosas. Entre ellas, escribir un cuento infantil ("¿Quién se llevó mi huerto?")  y un libro para todas las edades titulado "La vuelta de la marea". Me han contado que en él se narran infinitas historias viejas de tiempos perdidos y de sabiduría. Estoy deseando leerlo. 


Imagen wikipedia, creative commons.

Dedicado a Ainhoa, mi compañera, cuya magia alcanza hasta a contarme cuentos en sueños.




Comentarios

  1. Gracias Guille por uno de los mejores regalos que me han hecho nunca.

    ResponderEliminar
  2. Gracias a tí,amor mio: porque dejar que alguien entre en tus sueños es una hazaña que muy pocos logran.

    ResponderEliminar
  3. Gracias a los dos. A una por soñarlo y al otro por hacernos partícipes.
    Besos para ambos.

    ResponderEliminar
  4. Precioso. Me ha encantado. Lleno.de ternura, amor fraternal, futuro y pasado. Es un bonito regalo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario