Disculpe pero nadie puede ayudarle.




Es curioso leer mucha de la publicidad de servicios o bienes que nos venden a diario. Su lema principal: nuestro trabajo, ayudarle en todo lo que necesite. Una mentira como la catedral de Sevilla. En el momento que firmas un contrato o compras se acabó el idilio. Usted no ha leído la letra pequeña, existe una ley que nos ampara... y un largo etcétera que no se acaba ni el día del juicio final a medianoche. Pero no ocurre solo en la empresa privada, en los servicios públicos también sucede otro tanto. Si no conocemos nuestros derechos podemos pasar mil y una batallas y alguna que otra penuria.

Todo bien, o servicio se estandariza, se da por hecho que todo el mundo vive en un lugar similar con las mismas características y que todos los individuos somos iguales sin tener en cuenta las peculiaridades de cada lugar o persona. Estamos acostumbrados a dejar pasar, nos han hecho pensar que las cosas ocurren así y no hay otra salida. Existen hojas de reclamaciones, asociaciones de consumo, y organismos pertinentes cuya labor es velar por los usuarios y consumidores.

Se empieza por dejar pasar que un producto que hemos comprado no tiene garantía o le falta algo que se especificaba en los carteles. Quizá esa pérdida no sea tan grande como la de una vida propia o de un familiar. Pueden hacer negocio de nuestras vidas, y más si les dejamos.
Se ha luchado por los derechos que tenemos durante mucho tiempo y en ello hay gente que ha perdido la vida, la salud, y es triste que dejemos escapar lo que tanto costó conseguir y bien se cumple que no se sabe qué se tiene hasta que se pierde.


Si queremos cambiar el mundo empecemos por nosotros y por lo que nos rodea. 

Imagen propia bajo la misma licencia que el blog. 

Comentarios

  1. Cierto de toda certeza. Claro que también cabe ser muuuy pesado, aburrir a las ovejas y -de paso- aprender unos cuantos trucos de letrado. De esos que valen para demostrar que las vacas vuelan. Sobre todo, por un precio. O por un defecto formal.

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    1. Quien inventa la ley inventa la trampa. Un abrazo Guille.

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