Existió en
la ciudad de Córdoba una mujer anciana, viuda, que se sentaba a la sombra de una
morera y se ganaba el sustento contando los romances y las hazañas heroicas a
todo aquel que quería pararse a escuchar.
Acertó a
pasar una de las hermanas del califa y se quedó satisfecha de la historia que
la anciana contaba. Desde aquel día a diario la dama enviaba a una de sus damas
para que escuchara y después relatara las historias que la buena mujer contaba.
Llegó un día
en el que la dama, que se llamaba Fátima como la hija del profeta - Alá la
tenga en su gloria- no encontró a la mujer debajo de la morera.
Preguntó a
los artesanos y comerciantes por el paradero de la anciana, después de varios días de búsqueda infructuosa
sus pasos la llevaron hasta un morabito alejado de la ciudad, y allí encontró a
la buena mujer postrada en su lecho.
Fátima la
confortó revelándole su procedencia, y que su señora se haría cargo de ella y
que ya nada le faltaría. Dejó a la anciana tranquila y regresó junto a su
señora.
Pasaban los
días y Fátima le recordaba a su señora la situación de la pobre mujer que
tantos buenos momentos y deleite le había proporcionado, entonces ella hacia
planes con una comitiva que iría a recompensarla con recipientes de oro,
caballos engalanados y veinte mujeres acompañándola para visitarla.
Pronto se
le olvidaba y sus pensamientos corrían hacia las sedas y los jardines de
palacio y las bellas melodías que los músicos le regalaban.
Fátima le aleccionaba a que cumpliera su promesa, y ella se perdía en los detalles olvidándose
de lo más importante: cumplir lo prometido.
Llegó a los
oídos de la madre del califa la falta de palabra de su hija.
El viernes después
de orar en la mezquita, vestida de paño sin teñir y acompañada de su madre la
joven cumplió su palabra y asistió a la contadora de historias llevándosela con
ella, y desde entonces la anciana se convirtió en la mejor de sus amigas y
consejeras.
Muchas veces nos perdemos en los detalles olvidándonos de lo esencial.
Imagen Wikimedia commons. Usuario Luis Fernandez Garcia.
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Morus-alba.jpg?uselang=es
Precioso relato y con unas conclusiones, por desgracia, totalmente ciertas. En esta sociedad los detalles adquieren cada vez mayor importancia en detrimento de lo esencial y además la "palabra dada"va perdiendo su verdadero sentido cada vez con mayor frecuencia. ! Una pena !
ResponderEliminarSaludos.
Cierto una lastima y mas si queremos educar a mas pequeños en la importancia de lo esencial y de cumplir la palabra ya que mucho de lo que nos rodea es todo lo contrario. un saludo y gracias por tu visita Ambar. :)
EliminarMe has transportado a la Córdoba de los Omeyas, al Andalus califal, a aquella ciudad populosa que destacaba por encima de cualquier otra de la oscura Europa. Un relato digno del más fino poeta andalusí y de carácter atemporal y universal.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias carmen algunos nombres y algunas palabras para aquellos que nos gusta leer evocan y nos trasportan a lugares soñados, fantásticos y tan reales como el dia que vivimos. Me ha sorprendido gratamente tu comentario. que tengas una buena semana y un abrazo enorme.
EliminarUn cuento precioso, Leonor.
ResponderEliminargracias Lucas :)
EliminarQué buen cuento.
ResponderEliminargracias Sota, :)
EliminarY tanto que lo esencial. Enhorabuena, Leonor.
ResponderEliminarGracias Merit :)
EliminarDando en la diana, Leonor.
ResponderEliminargracias Chelo :)
EliminarTodo magia.
ResponderEliminargracias Juan Marcos un pacer verte por estos lares.
EliminarMucha, mucha magia...
ResponderEliminarGracias Sota. :)
EliminarEs para pensar.
ResponderEliminarPero solo un poquito : )
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