Moros en la costa (IV)



Quien da primero da dos veces, dicen.  Aun así, observaba mientras Estela conducía segura y sin prisas, atenta tan sólo a las indicaciones de desvío como si nada más existiera en el mundo. Joaquina mirando sin mirar el paisaje de cerros grises, árboles desnudos y lejanas colinas con brillos de hielo. Pensativa, supuso. Tranquila. Eusebio Trías llevaba el ceño fruncido, respiraba deprisa y parecía a la vez furioso y amedrentado. Como para no estarlo: cuatro paisanos  yendo al rescate sin saber tan siquiera si se trataba de un secuestro, si el lugar estaba marcado en rojo con una gran X en un mapa inexistente, o si acabarían detenidos por montar una película loca y espantar a la clientela. Genial. Eso sin ser gafe. Igual en el albergue de nombre bucólico había una banda de matones del este con AK-17. Vale, Jacobo. De chaval viste las de Rambo.

 Cuando aparcaron relativamente cerca de la casa rural algo no iba bien. Un negocio de ese tipo no cierra por vacaciones. Y si lo hace deja un gran cartel pidiendo disculpas: cerrado por defunción, perdonen las molestias.

El timbre sonaba. Tardóniz se colocó ante el ojo de la mirilla, poniéndose bien el abrigo y atusando la corbata. Murmuró entre dientes.
-Es capaz de haberle alquilado la casa entera. Porque no veo a Pili liada con Manolo, muy ecológico y muy progre el tío, pero simplón para ella.

A Jacobo no le dio tiempo a suspirar. La puerta se abrió de golpe y Eusebio Trías se desplomó gritando. Un spray, claro. Si no sabes qué hacer, embiste. Cargó y estuvo dentro en un segundo con la cabeza gacha, hasta que se llevó por delante a quien fuera. Quien fuera había perdido el spray con el topetazo, pero tenía un buen puño. Si no sabes qué hacer y has embestido, hazte el derrotado, pensó sin creer que tanta sangre pudiera salir de su nariz. Se dejó caer al suelo. Así ganaba unos momentos. Un hombre en forma, de la quinta de Tardóniz: muy nervioso, tremendas ojeras, sin afeitar y con mil euros en ropa sport encima incluyendo unas botazas de trekking que podían hacer daño. Vio entrar a Estela, recta hacia la chimenea apagada, y a Joaquina que se plantó delante del figurín y lo señaló con el dedo.

-Déjate de tonterías. ¿Dónde está Pilar?
El hombre parpadeó, asombrado, con el gesto perdido de quien no cree que ciertas cosas absurdas le estén pasando a él.

-Me habéis atacado –dijo-
-Tu puta madre -Tardóniz, mirando con un solo ojo enrojecido se le acercaba, ahora mucho más furioso que cobarde-

La respetable vieja  le estaba apuntando con su propio spray. El hombre bien vestido, el de los ojos rojos, parecía dispuesto a sacarle los suyos. La chica joven asía un atizador sosteniéndolo igual que un bate de beísbol. Y el de la nariz rota se había levantado, acababa de cogerlo por el cuello de la cazadora y lo estaba sacudiendo, además de salpicarlo de sangre.

-Soy un tío tranquilo –le dijo- Pero te muelo ahora mismo si no nos dices dónde está Pilar. Y ésta por la nariz, cabrón.

Le retorció el brazo a la espalda, tal vez algo de más, con muchas ganas. Y se acabó la fiesta. Rober y dos colegas se hicieron cargo. Justo cuando empezaban a creérselo.

Pilar estaba encerrada en la mejor habitación y el desdichado Manolo en la bodega, paliando un frío de cuchillos a base de botellas propias al mejor estilo de Athos en Los tres mosqueteros. Hasta había cantado el repertorio completo de Bisbal. Los muros eran demasiado gruesos.

El que le colocó en su sitio el tabique nasal sabía del oficio: un solo crujido, tan rápido como para no dar tiempo a quejarse. Un lavado, y la férula que te hace parecer un poco el Hombre de Hojalata. Luego lo tedioso: declaraciones, fotografías –ninguna de perfil, faltaría más- Rober sacando pecho sin que ni le hubieran rozado la cara, una ducha, meter la ropa en agua con hielo y empezar a reírse junto con Estela, acurrucados en el sofá. Invitados para Fin de Año en la casa rural El Bosque Animado. Animadísimo.

-A ver si los Magos de Oriente me traen gomina. Para ni despeinarme cuando me zurren, como en las películas.
-Estás muy loco, Jacobo.
-Qué va. Si estuviera loco hubiera cogido aquel espadón que estaba de decorado en el muro.
-¿Y? –ella se reía-
-Improvisar: A mí los mosqueteros, muere villano, Elendil, larga o hago contigo un pincho moruno…
-Le dislocaste el hombro.
-Me ha roto la nariz. Y no cogí la espada.


Manolo, el propietario, llamó discretamente a la puerta antes de abrirla y sonreírles.
-Tiene que haber sido de traca toda esta movida, pareja. Eusebio ha enviado una furgoneta con tal mariscada que ni en Galicia, ribeiro, champán francés y mil pijadas. Eso sí, mi cordero a la leña y mi vino no se van a arrugar. Ha pagado la casa para el fin de semana, los desperfectos, la leña. Menudo cheque con fondos le he colocado a Juanillo el de la Caja, que suele llamarme de mote ‘El tieso’. La mesa estará a las nueve y media, por si os apetece daros un baño y poneros guapos –miró a Jacobo- no es coña, tío, siento que estés jodido.
-Déjalo. Podía haber sido peor.

Rober se había encorbatado de más y sin duda Eusebio Trías nació ya con corbata, pero el resto parecía bastante informal dentro de lo festivo. En pie cerca de la gran chimenea, con una copa de blanco en la mano y haciendo los honores a lo que Manolo llamara mil pijadas de aperitivo escucharon parte de la historia que Pilar contaba como quien tiene necesidad de contar algo antes de relegarlo al olvido. Eusebio la miraba con sus ojos aún enrojecidos por el maldito spray, y ella se apoyaba en él alguna vez, como al descuido, y se sentó a su lado en la mesa. Una mariscada da para mucho rato, en especial si las piezas no están contadas. Joaquina diseccionó un bogavante de ración y sonrió con la comprensiva atención de una tía afectuosa.

-¿Por qué empezaste a huir de un sitio a otro, Pili?
-Cuanto más lo pensaba más entendía que me había utilizado. Primero me enfadé, después empecé a preocuparme, y acabé muy asustada. Nunca aceptaría mi negativa, me llamaba de continuo aunque no respondía, iba a tratar de localizarme. Tuve miedo. Estuve en casa de mis padres, que pasan el invierno en la playa. Sola, una casa céntrica, conocida…luego un par de noches en casa de Eusebio –lo miró- que me hacía preguntas; me sentía como una tonta, no quería meterlo en líos. Elegí un buen hotel en otra ciudad, lleno de gente. Entonces estuve segura de que me seguían, llamé a Justa y supe que habían entrado en casa y la habían destripado.

-A conciencia –aseguró Rober- Profesionales.
-Calla y come, Poirot –Joaquina fulminó a su sobrino con la mirada-

-Mi miedo se volvió pánico. Entonces recordé a Manolo, y creí que si me alejaba de las ciudades dejaría atrás algo tan sofisticado, tan irreal, tan de cine. Metí en un sobre una de las tarjetas de pase que se usaban en las fiestas, la dejé en recepción para que saliera por la mañana, llamé a Eusebio dejándole un mensaje, pagué la cuenta y conduje por carreteras secundarias dando mil vueltas.

-Llegaste muy temprano por la mañana –recordó Manolo-
-¿Cómo te localizó Carlos? –Estela ladeó la cabeza- No parece muy fácil.
-No lo sé.

-Rastreándole el  móvil –aseguró Rober- Tiene muy buenos contactos con profesionales, ya lo dije antes. Claro que eso lo ha dicho él en comisaría, y yo no tendría que haberlo…
-Repetido, Roberto –Joaquina sólo llamaba Roberto a su sobrino cuando de veras estaba enfadada- Come erizos de mar, que están muy ricos.

-Luego le oí gritando abajo, y a Manolo gritar también. Me encerré en la habitación, no había cobertura.
-Suele pasar –suspiró Manolo- A mí me amenazó de muerte, me dijo que tenía fuera dos hombres dispuestos a entrar y me encerró en la bodega. Malditos muros de metro, nadie te oiría aunque te desgañitaras. Hacía un frío para tiritar, de modo que me animé con mi mejor vino y hasta canté para entrar en calor. Muy rezador no soy.
-Y entonces llegasteis –Pilar sonrió a cada uno, con sincera gratitud.
-Y ahora traigo mi asado –Manolo se puso en pie- Bien está lo que bien acaba.





Imagen propia, bajo la misma licencia del blog.

Si quieres leer la tercera parte, pincha aquí.



Comentarios

  1. Gracias, Sota: por leerlo y por comentar. El humor es importante XD.

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  2. Al final me caerá bien Tardóniz XD

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  3. Es que al pobre hay que conocerlo...XDDD

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  4. Al final es un pobre hombre Tardoniz. Me gusta mucho la serie.

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  5. Una vida complicada, la de Tardóniz. Gracias por tu comentario, Presentación.

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  6. Ámbar, he "metido el dedo" y he eliminado tu comentario (después de leerlo,por fortuna). Gracias por leer y dar tu opinión. Creo que el humor es un toque importante dentro de lo que, sin él, se quedaría en género.negro. Y parecería irreal.

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  7. Da gusto leeros. Salud para que podáis seguir deleitando a gente que le gusta sumergirse en historietas.

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  8. Gracias :) esperamos tenerla para seguir dándole a las teclas y viviendo nuevas aventuras. Un saludo y esperamos que las disfrutes.

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