Fue una tarde hace un par de semanas, miraba las noticias en
internet y lo que compartían mis
amistades en las redes sociales. Vi la noticia y me quede en shock: no podía creérmelo
después de tanto tiempo al fin había ocurrido.
El relato anterior puede ser
parte de una de las tantas historias que escribimos Thorongil y yo misma, pero
lastimosamente es algo que ha ocurrido y que hizo que me llenara de indignación
y tristeza. Los lugares en los que
crecimos a veces cambian, y hasta desaparecen, pero lo triste es cuando la dejadez
de unos pocos acelera el final esperado.
Ahora es un montón de
piedras y de escombros. No he estado en el lugar de los hechos. aunque quisiera
no podría, ahora sólo quedan los recuerdos y las fotos de antes de la catástrofe
como memoria de lo que fue.
Desde que tenía uso de razón
siempre escuche que algún día u otro acabaría cayéndose aquella torre, que estaba
muy deteriorada y que si a los que le competía no ponían remedio tarde o
temprano se caería.
Con pocos años escuchas y no
entiendes demasiado. Hasta conoces a quien ha hecho lo posible por darle un
poco más de tiempo, de vida, con un poco de cal y arena que es lo que podían hacer.
A diario, sobre todo los días
de verano o los findes o más adelante cuando tocaba estudiar fuera o trabajar, ahí
estaba: vigía incansable recordándome
que quedaba poco para llegar a casa.
Para mí era parte de una
iglesia, parte del bien común. Después, con
el tiempo, descubres que siendo una pedanía o aldea fue y sigue siendo un lugar
importante en la historia.
Paralela a una de las más
importantes calzadas romanas de la península,
camino real por donde pasaron gentes muy
principales, paradas de posta y posadas.
Lo más triste que he leído
es que ya había un plan para una restauración
de urgencia. La lastima es que habían enseñado a la pobre torre a vivir sin rehabilitar,
y cuando pensaron hacerlo, ella sola,
cansada de la impertinencia humana, se marchó.
No sé qué ocurrirá ahora, lo
ignoro, pero lo triste es que ella forma parte de muchos de los recuerdos de mi
infancia con gente que ya no está. Se me hará difícil pensar que, al transitar
el ultimo recodo, ya no veré aquella torre alta desafiándolo todo, reparcheada pero siempre en alto.
Por eso os animo a disfrutar
de estos lugares y a luchar por que no
desaparezcan.
Algún día espero volver a
verla como vigía de todos aquellos que la buscamos, como guía entre la locura
de este mundo.
Fuente Imgen, propia bajo misma licencia que el Blog.
Quizá te refieras a la torre de Galarreta, o quizá no. Tenemos tantos ejemplos de destrucción del patrimonio artístico que no es fácil acertar. Y lo peor de esta auténtica hecatombe, de esta silenciosa lepra nacional, no son sus efectos en nuestra memoria sentimental, sino que las próximas generaciones ni tan siquiera podrán ver (ni rememorar, por tanto) buena parte de los monumentos que nosotros, al menos, sí hemos conocido. Un saludo, Leonor.
ResponderEliminarEn esencia me refiero a todo el patrimonio que se esta perdiendo, en el escrito me refiero a la de Galarreta. Tienes razón en tu argumento que se pierden para aquellos que no podrán verlas, las nuevas generaciones que es mas triste, pero esta vez quise ser egoísta tan solo un poco, por estar lejos y por que a veces perdemos tanto. un saludo y buen fin de semana.
EliminarQue triste es
ResponderEliminarla lastima es que esto ocurre desde que el mundo es mundo, gracias por comentar Presentación.
EliminarCada cosa que perdemos nos empobrece, y nos roba quienes somos.
ResponderEliminarEsto de acuerdo.
EliminarEl patrimonio se nos cae a cachos y las administraciones miran hacia otro lado como si con ellos no fuese la cosa. ¡Craso error! El patrimonio perdido se disipa para siempre y es irrecuperable; los bloques de pisos son iguales en todas partes, de aquí a Sebastopol. Parte de nuestra identidad duerme entre los muros vetustos de iglesias, castillos y viejas fábricas.
ResponderEliminarUn beso
Toda la razón Carmen ojala que las cosas cambien y esos templos, palacios, fabricas, y lugares con historia no se pierdan y podamos disfrutarlos. buena semana.
EliminarHay que saber aguantar. Quien aguanta, gana.
ResponderEliminarEsperemos ser buenos corredores de fondo y que el patrimonio aguante. un saludo Lucas.
EliminarLucas tiene su razón, pero a mí me indigna, Leonor. Me subleva ver como no les importa nada.
ResponderEliminarLos dos tenéis vuestra razón el resistir y luchar no creo que este reñido. un saludo y mucha fuerza.
EliminarQué duro, y qué verdad es.
ResponderEliminarSi lo es una verdad muy cruda. un buen finde.
EliminarLo comprendo, y lo siento mucho.
ResponderEliminarGracias Fearn, esperemos que sea el ultimo. buen finde.
EliminarCuanta razon.
ResponderEliminarGracias Anton
EliminarSe me fue el dedo, buen verano :)
EliminarRatas, todos ratas.
ResponderEliminarPara ratas la plaga que tienen en los jardines del Louvre en Paris, jajajajajaja. un saludo Migue.
EliminarMe gusta mucho.
ResponderEliminargracias Alodia Buen verano.
EliminarLo siento mucho. Esas cosas duelen.
ResponderEliminarGracias Juan Marcos, si duelen bastante. espero que estes teniendo un buen verano.
EliminarQué lástima, Leonor. Lo siento. Son todos una recua de asnos, en todas partes lo mismo.
ResponderEliminarsi es una lastima, ojala que sean mas los que aman la cultura y nuestro patrimonio que los que lo ignoran un saludo.
ResponderEliminarLo siento. De verdad.. Y lo comprendo.
ResponderEliminarGracias Andres, las ultimas noticias son que la diputación quiere conservar lo que queda y hacer alrededor un parque para preservarlo, veremos en que queda os seguiré contando. gracias.
EliminarYo lo siento mucho, Leonor. Malas bestias son y hay para hartarse con ellas.
ResponderEliminarPues si Len, no entra en sus intereses no existe. buena jornada.
EliminarQué pena de todo lo nuestro, Leonor, y que rabia.
ResponderEliminarDa si eso y mas.
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