La Reina del Sur.



Gondar es un punto pequeño en el mapa. Una curiosidad atemporal grabada en xilografías siglo XVIII,  más tarde desafiando la mirada desde viejas  fotografías en tonos sepia.  Luego se volvió huidiza, en color. Encuadres oblicuos deliberadamente incompletos, edificios severos invertidos en espejos de agua, cielos implacables, azules o grises. Adusto perfil de fortaleza, palacios desvaneciéndose, piedras vencidas por el empuje de raíces tenaces. Siempre piedra bajo ese azul extraño y ese gris frío.

Gondar está en Etiopía. A más de dos mil metros sobre el nivel del mar. Eso explica el azul, y el gris.  Cuando lo ves resulta poco explicable. No parece África, esa África también imaginada o entrevista, hecha de fotografías sin reverso, de álbumes de cromos mentales. Evoca una Europa fuera del tiempo, colocada a deshora, hija de mil raíces. Sin embargo, posee una muy antigua y no menos extraña, la raíz mítica: Etiopía es el país de la reina de Saba.


"La reina de Saba, al oír la fama de Salomón, vino para ponerlo a prueba con enigmas. Hizo su entrada en Jerusalén con un gran séquito y con camellos cargados de perfumes, oro y piedras preciosas en cantidad fabulosa. Salomón contestó a todas sus preguntas. Cuando la reina de Saba vio toda la sabiduría de Salomón, se quedó maravillada, y dijo al rey: Era verdad lo que había oído en mi país acerca de ti y tu sabiduría. Obsequió al rey con cuatro mil kilos de oro, perfumes y piedras preciosas en cantidad fabulosa."


A la citada versión de Primer Libro de los Reyes irán sumándose muchas otras tradiciones hebreas, cristianas y musulmanas. Es cierto que la actual Etiopía tenía fama como lugar de riqueza y misterio desde mucho antes. Los primeros datos conocidos datan aproximadamente de 3000 a.C. Mercaderes egipcios llamaban al país ‘La tierra de los dioses’, donde compraban sobre todo incienso y mirra, pero también ébano, marfil y pieles. La expedición mejor documentada es la que llevó a cabo la reina Hatshepsut, una empresa comercial a nivel de estado que incluía gran número de barcos de carga, contactos diplomáticos y tratados.


El primer estado bien conocido de Etiopía es el reino de Aksum. Una oleada de colonos semitas se mezcló con la población autóctona dando origen a la principal potencia económica de la región,  situando su importancia a los ojos de los visitantes al mismo nivel que la de Roma, China o Persia. Aksum comerciaba con la India y el Imperio Bizantino a través del puerto de Adulis, en el Mar Rojo. Fue en aquel momento de esplendor, a mediados del siglo IV d.C. cuando un monje llamado Frumencio introdujo el cristianismo en Aksum. Hasta hoy en día la iglesia etíope sigue siendo monofisita, descendiente del patriarcado copto de Alejandría.

Tan controvertido como sus orígenes es el fin de reino. Parece ser que el avance del Islam a partir del siglo VIII puso en peligro sus puertos del Mar Rojo, y con ellos el comercio. Obligados a replegarse hacia el interior, la nueva capital fue la ciudad de Lalibela. Allí se comenzó a redactar el Kebra Nagast (‘Libro de La Gloria de los Reyes de Etiopía’), una crónica que remonta la genealogía real del país a Menelik I, hijo de la reina de Saba y Salomón. Relata asimismo cómo el Arca de la Alianza llegó a Etiopía, y la conversión de los etíopes desde el animismo a la religión de Yahvé. Las fuentes que los redactores usaron, superpuestas a un fondo anterior de ciclos legendarios, incluyen el Antiguo y el Nuevo Testamento, textos conciliares bizantinos, escritos rabínicos y apócrifos cristianos. 

Existió una temprana traducción de libro al árabe, que a su vez acrecentaría nuevas versiones míticas. El mismo nombre de la reina de Saba varía desde el original etíope de raíz copta, Makeda, hasta la versión árabe (Balkis), pasando por la reina de la pata de oca, que llegaría hasta representaciones artísticas medievales y relatos mítico-piadosos, como la leyenda del puente de madera sobre el río Cedrón en Jerusalén y su relación con la cruz de Cristo. Un calificativo más poético es, posiblemente, tanto el más arcaico como el que ha tenido  larga vida: la Reina del Sur.


La historia local  se haría famosa a mediados del siglo XVI, cuando el rey Manuel I de Portugal envió una embajada a Etiopía, por motivos comerciales, en busca de rutas posibles para navegar hacia el este. El embajador incluyó en su voluminosa documentación una historia detallada del país, asociando a su emperador con el Preste Juan, bien conocido en fuentes medievales. Otro visitante portugués, jesuita, pudo estudiar a fondo el Kebra Nagast y escribir una obra (‘Historia de Etiopía’) que fue rápidamente traducida a varias lenguas europeas. El trabajo misionero de los jesuitas terminó por conducir a una guerra civil entre conversos católicos romanos y tradicionalistas, defensores de la tradición autóctona  y la fe copta. Entonces accedió al trono Fasiladas el Grande (1632-1667), quien decretó la expulsión de los jesuitas.

Fasiladas trasladó la capital al norte del lago Tana, a Gondar. Ciudad mercado, centro de un territorio de gran riqueza agrícola, fue durante el siglo XVII la segunda urbe más poblada del mundo. Sería también la última ciudad imperial etíope, el escenario de la decadencia. 

Edificada en el interior de un recinto amurallado, mezcla el arte local árabe con influencias del barroco europeo introducido por los misioneros portugueses, y técnicas arquitectónicas de la India aportadas por los maestros constructores legados de Goa. Por su singularidad intercultural es considerado algo único, el ‘estilo de Gondar’. Metrópoli integradora, conserva su raíz mítica. Una de las mayores construcciones, todavía en uso para ceremonias religiosas, son los llamados ‘baños de la reina de Saba’.





















 Imagenes: Wikimedia Commons.

(1) Representación etíope de Makeda en ébano.
(2) Monolito derruido de Aksum.
(3) Tumba de Adán, Lalibela.
(4) Iglesia rupestre de San Jorge, Lalibela.
(5) La reina de Saba cabalga hacia Jerusalén, imagen del manuscrito Kebra Nagast.
(6) Castillo de Fasilidas el Grande, Gondar.
(7) Baño de la Reina de Saba, Gondar.





Bibliografía.








Comentarios

  1. Es una leyenda con numerosas versiones...si te interesa, puedes mirar en éste enlace

    http://maestroviejo.wordpress.com/2013/04/15/la-reina-de-saba-y-su-reino-fabuloso/

    ResponderEliminar
  2. El mundo occidental piuensa siempre en si mismo como si fuera el ombligo del mundo y en realidad no es así. Otras culturas milenarias surgieron en otros puntos sin influencia alguna de occidente y otros, en cambio, se desarrollaron al calor del ansia de riqueza y materiales preciosos de culturas próximas y del propio mundo occidental, como es el caso.
    Si no me cuentas que el castillo está en Etiopía te hubiera respondido que en Tierra Santa o el este de Europa.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Hay que reconocer que hubiera sido un buen enigma, Carmen...XD Nos miramos demasiado el ombligo. O no vemos que es un ombligo con un cordón umbilical larguísimo, porque Etiopía se miraba de tú a tú con Egipto, al que creemos 'cercano', y, ya puestos, pertenecían sólidamente a la cultura cristiana antes que las tres cuartas partes de Europa. Por ejemplo. Un saludo, que mañana ya es viernes. De Dolores, por citar la cultura común.

    ResponderEliminar
  4. Un buen viaje desde el sofá o desde donde uno quiera, da lo mismo sobre lo que hables siempre suena cercano, fácil y mágico, gracias por compartir tu saber y tus escritos. un abrazote.

    ResponderEliminar
  5. Gracias. A veces no resulta fácil, y siempre me veo condensando en 'casi nada' lo que para mí merecería muuuchas páginas, pero...así se aprende. El abrazote desde más cerca. si puede ser ¬¬.

    ResponderEliminar
  6. Tampoco hubiera dicho yo nunca que ese castillo esta en Africa. Gracias por contar cosas que no se suelen saber, así de manera llana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a tí, Antón, por el elogio. Me alegro de que te haya parecido interesante.

      Eliminar
  7. No se si es una guía de viajes o un cuento tan bien contado...Ya he leído que más bien una guía de viaje, pero ninguna me ha parecido tan bien narrada. Son aburridas. Y esta no lo es.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias...¿Sabes? me has dado una idea...

      Eliminar
    2. Claro...Probar ese formato de miniguías de viajes, con su parte personalizada separada de lo que es información concreta. La información es necesaria, pero suelen mezclarla con datos, datos, datos, y hacer un poco plúmbeo el resultado final.

      Eliminar
  8. Como le he comentado antes a Leonor, es brillante el modo en que da la total impresión de que has estado allí (eso podría ser) pero no ahora, sino mucho antes. Compartís la magia de llevarnos al pasado, algo poco usual. Enhorabuena.

    ResponderEliminar
  9. Si compartimos la magia, y quien lee ve el pasado y la larga línea del tiempo, al menos yo me doy por bien pagado. Gracias, Juan Marcos.

    ResponderEliminar
  10. Eso que dice Juan Marcos lo pienso yo mucho leyendo algunos de vuestros relatos. Como si fuerais personas que pueden viajar al pasado y luego contárnoslo. Ya se que suena raro. XD

    ResponderEliminar
  11. Gracias, Aur. Con una buena documentación se pueden hacer bastantes cosas correctas y decentes, pero a lo que os referís es distinto. Para que el pasado se vea hace falta no sólo saber como era el decorado, o qué pasaba, sino meterse en otras mentes que pensaban y creían y organizaban sus vidas con escalas de valores, conocimientos e ideas diferentes. Para ser más concreto, hay que evitar juzgarlos. No hay nada más falso que un relato o novela 'históricos' llenos de mentalidad actual, por bueno que sea el decorado.

    ResponderEliminar
  12. Que interesantes, los comentarios. Para pensar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón, los comentarios son especialmente interesantes. Gracias por los tuyos.

      Eliminar
  13. Igual que cuando de niño espiaba detrás de las puertas para saber cosas prohibidas XD

    ResponderEliminar
  14. Ese comentario me ha gustado, Fearn Fall XDD

    ResponderEliminar
  15. Pues esas guías de viaje sí que me gustaría leerlas...

    ResponderEliminar
  16. Otro artículo sugerente. Me encanta.

    ResponderEliminar
  17. Me gusta mucho descubrir lugares tan antiguos y especiales. Todo lo que veo e fotos me suena porque son iglesias y cuevas de ermitaños y castillos, pero nunca pensaría que en África.

    ResponderEliminar
  18. Ese es el caso, Presentación. Que Etiopía era cristiana mientras la casi totalidad de Europa no había oído ni hablar del asunto todavía.

    ResponderEliminar
  19. Muchas gracias por leerlo y comentar, Merit.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario