Este relato trata sobre Doña
Joaquina, la vecina de Estela y Jacobo,
los protagonistas del relato “Li Feng”. Me ha parecido que la buena señora se
merece un espacio para ella solita. Que lo disfrutéis.
Antes que el diluvio universal ya estaba Doña
Joaquina en el edificio, o eso por lo menos es lo que decía el jefe de la
comunidad.
Vivía sola desde que su marido Juan se había
marchado. No fue a por tabaco, tan solo se decidió a seguir su camino de
baldosas amarillas.
Su hija María cuando fue mayor de edad se colgó la
mochila y se dedicó a recorrer mundo. Alguna vez llamaba.
No se encontraba sola. Le acompañaban sus libros y dvds
de misterio; su sobrino el Rober le había enseñado a andar por la red, para
ella fue un descubrimiento y una ventana abierta al mundo, no había programa o
foro sobre misterio que no mirara cada mañana.
Su gata Aghata (en honor a Agatha Christie) también
era de gran compañía y a ella le contaba todos sus descubrimientos, desde los
que hacia en el ordenador hasta los que descubría por medio de su mirilla
panorámica.
Por el barrio decían que tanto su marido como su
hija se habían cansado de sus fantasías, de historias de misterios, asesinatos,
y por eso se habían marchado. Ella argumentaba que tanto padre como hija eran
unos culos inquietos y que estaba muy a
gusto con su gata Agatha y con las visitas que de vez en cuando le hacia su
sobrino.
Por las tardes se sentaba cerca de la ventana de la
cocina y le gustaba mirar a la gente pasar. Los conocía a casi todos, y como
buena detective llevaba todas sus vidas.
La Nico había sido su vecina durante muchos años, ya
estaba en el edificio cuando ella y su marido llegaron, y se hicieron íntimas.
Al morir su marido Nico se mudó con su hermana a un
pequeño apartamento cerca de la playa, donde el tiempo era más benigno para sus
huesos
.
.
Su hijo alquiló el piso para que así no estuviera
desocupado. Nico llamaba a Joaquina a menudo y la invitaba a que se fuera a
pasar unos días con ellas.
Fue en dos ocasiones: logró que Laura, la hija de
los del primero, cuidara a Agatha durante unos días.
La primera
vez se sintió rodeada de demasiada gente, y su amiga había cambiado, hacían las
mismas cosas todos los días y el ambiente en que se movían le aburría soberanamente.
Prefería sus libros, su barrio, y sus vecinos.
La segunda vez la invitaron a un viaje en autobús al
quinto pino, se olió que les iban a vender hasta los dientes de Moisés, cosa
que fue cierta.
Con la excusa de que Agatha se había puesto enferma cogió
su maleta y volvió a su casa, a su barrio, y a sus historias de policías.
El hijo de Nico había alquilado el piso a una
muchacha muy apañada, jovencita, agradable y discreta que le dio
entretenimiento para mucho tiempo.
Hasta su sobrino Rober debió quedarse con la
muchacha, ya que venía a visitarla muy a menudo, y con la excusa a veces era él
quien miraba por la mirilla.
Demasiado tímido y demasiado lento. Unos meses
después la chica, se despidió de ellos. La habían ascendido y cambiaba de ciudad.
Unos días después vio pasar al piso de al lado al Grifos,
el hijo de Vicente el plomero, y con la excusa de ir a tirar la basura se enteró de que venían nuevos inquilinos a la
casa de enfrente. Una pareja de modernos, de esos que según el Grifos parecían
buena gente.
No tardó ni dos segundos en subir con la bolsa de
basura de vuelta y en llamar a la Nico, que seguía con su hermana y no tardó en contarle las novedades.
Los nuevos inquilinos habían cambiado una casa de
pueblo con su piso, su hijo le dijo que se llamaba permuta o algo así. Estaba
esperando hacer las maletas un día de estos, además estaba encantada pues era
el pueblo donde habían nacido sus padres.
No quedaba muy lejos y le prometió que en cuanto se
establecieran la iría a visitar, y la invitaría a pasar unos días a ella y a
Agatha.
Colgó el teléfono satisfecha porque le había vuelto
el juicio a su amiga. Escuchó ruidos fuera y vio pasar al Enchufes, amigo de su
sobrino, y lo invito a tomar algo fresquito. Él acepto, y se enteró de la otra mitad de la
historia.
Eran tres con la gata, él se llamaba Jacobo y ella
Estela, pagaban bien y les gustaba el trabajo bien hecho sin prisas.
Al día siguiente el Enchufes ya había acabado su parte y los vio a
ambos llegar con botes de pintura. La vio salir a ella y sin pensarlo lo invito a él a pasar y a tomar un tentempié.
Al día siguiente el Enchufes ya había acabado su parte y los vio a
ambos llegar con botes de pintura. La vio salir a ella y sin pensarlo lo invito a él a pasar y a tomar un tentempié.
A ella le
encantaba mostrar sus cartas, no tenía nada que esconder y le gustaba observar
la cara de la gente al ver su casa.
Pasaron un rato entretenido y ella vio que era un
joven agradable, muy parecido al Rober pero con alguna luz más.
Él se disculpó, ya que tenía que ir a buscar a su chica y se le estaba haciendo tarde.
Él se disculpó, ya que tenía que ir a buscar a su chica y se le estaba haciendo tarde.
La habían invitado a la fiesta de inauguración de la
casa, y había sido sincero con ella. El interés había sido mutuo.
Recogió los restos del piscolabis, llamó al Brochas y lo invito a comer. Así
cuando volvieran (también los había
invitado a comer), seguro que harían buenas migas, y acabarían con el asunto de
la pintura antes.
Sonrió, movió el ratón y se dispuso hacer una
carpeta para los nuevos inquilinos del tercero izquierda.
Fuente Imagen: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Crystal_folder2_yellow.png
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Quien dijo que en verano no ocurre nada, pincha aquí.
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En todos los barrios y comunidades de vecinos del mundo existen doñas Joaquinas, con versiones más o menos positivas.
ResponderEliminarUn saludo
Si este tipo de personas son las que dan sal a la vida si se tiene buen trato y en ocasiones en su justa medida. un saludo y buen finde Carmen.
EliminarQué bueno...
ResponderEliminar:) la señora se las trae, modernizada y to. un abrazo Merit.
EliminarEsa es peor que la señora Marple. Un giro muy bueno al relato.
ResponderEliminaresta debió aprender de ella que debe tener todos los libros de Misterio que existan. lo mismo la alumna rebaso a la maestra. una nunca sabe. un saludo Ana y me alegro que te haya gustado.
EliminarMe encanta.
ResponderEliminaresta entretenido y me encanta que te encante :) un saludo y buen finde.
EliminarQué bueno!
ResponderEliminar:) me alegra que te guste. buen finde.
ResponderEliminarSe hace interesante la vecina cotilla XD
ResponderEliminartiene cuerda para rato la buena señora, gracias por léenos Andres y un saludo.
EliminarEsa vecina es la Marple, como han dicho...
ResponderEliminarUn poco mas castiza o de la tierra pero si tiene toda la pinta ademas de tener bastante peligro.
EliminarQue bueno...
ResponderEliminar:) otra de la cofradía de los cotillos,jajajajaja buena jornada.
ResponderEliminarNo te esperas ese giro, sorprende. Y de esa cofradía, el Hermano Mayor perpetuo es...(Antón, claro) jjajajajajaja
ResponderEliminarjajajajajajajajajaja seguro que somos legión.
EliminarMuy divertido, se agradece.
ResponderEliminarGracias Sota la risa es la mejor de las medicinas, tiene una segunda parte si te apetece seguir leyendo. buena tarde.
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