De regreso.


Había sido un otoño largo, y estaba siendo un invierno duro. Acarició  al animal. Pronto comenzaría hacerse de noche y quería llegar a casa cuanto antes.

 El caballo entendió y aligeró un poco más el paso, los dos olían ya el hogar y el descanso tan merecido. Pensó en su mujer y los suyos que estarían alrededor del fuego, esperándole para cenar, y  en la más pequeña que saldría cada poco tiempo a mirar el camino para verlo llegar y correr hacia el, cómo cada vez que volvía de sus viajes.

Esta vez las ventas habían sido buenas y lo que quedaba del invierno, que era lo peor, podrían pasarlo sin  apuros. Llevaba hasta pequeños regalos para todos, y estaba impaciente por ver sus caras y disfrutar con todos ellos.

No vio a la más pequeña salir ni correr hacia él cuando alcanzo la casa. Lo esperaba su mujer con aire preocupado, y sus otros hijos asiendo a su madre.
-Se han marchado, los dos y a la pequeña no la encuentro por ninguna parte. No pensamos que lo harían, pero no esperaron.

Ella se puso algo de abrigo y salieron los dos tomando el camino hacia la montaña de los ancestros. Una antigua tradición contaba que cuando los más ancianos del lugar perdían sus dientes se iban por su propio pie hacia la montaña de los antepasados, para dormir junto a ellos.

La escasez ese año visitó a los habitantes de la zona, y algunos mayores habían dejado sus casas en silencio, uniéndose con sus antepasados.

Ambos pensaban que la pequeña los habría seguido, queriendo impedir que dejaran el hogar y perderlos. La nieve mostraba pisadas pero el viento las iba borrando; caminaron durante largo rato, el sol ya comenzaba perezosamente a buscar el camino hacia el ocaso.

La mujer caminaba más despacio, pensando para sí misma que no tenía que haber dejado la casa hasta que no hubiera retornado su esposo. Pero no era tiempo  para lamentarse.

Su padre y su suegra habían abandonado la casa por no ser una carga para la familia, y sabían que ella y su marido no estaban de acuerdo. Los  sorprendió quitándose los dientes uno al otro.

 Aquello ocurrió antes de que emprendiera viaje  su esposo y aquella charla quedo pendiente para cuando el retornara.

 Todo estaba tranquilo hasta aquella tarde. Ella tuvo que salir a resolver ciertos asuntos, cuando regresó solo encontró a sus dos hijos mayores. Los abuelos habían desaparecido, y la pequeña también.
La subida se empinaba cada vez más y ascender se complicaba por momentos. No llegaban a ver más que unos pasos más allá, cuando vislumbraron que dos figuras descendían muy lentamente.

Apretaron el paso y se encontraron con los dos ancianos que traían a la niña en brazos. Emprendieron el descenso y nadie habló hasta que llegaron a  casa.

  La niña vio  partir a los dos mayores, los siguió, no le gustaba la idea de perder a sus abuelos, y si tenía que comer menos, lo haría. Caminó durante largo rato sin perderles el rastro hasta que comenzó a cansarse,  tropezó,  se cayó al suelo, y comenzó a llorar. Su llanto fue escuchado por los caminantes, que se volvieron al reconocer  a su nieta.

Culpables, comenzaron a bajar arropando a la pequeña lo más posible para que no se enfriara.

Tenía fiebre y llamaba a sus abuelos con insistencia, los quería cerca. Lo que el viajero imaginó como una celebración se convirtió en una larga noche de vela por la pequeña, con la esperanza de que la fiebre bajara.

Se turnaban para cuidarla y los  abuelos se mantenían cerca de ella. No se volvió a hablar de lo ocurrido.

La niña, que era fuerte, un par de días después estaba ya casi recuperada y tan agradecida a sus mayores que compartía su parte de comida con ellos. No quería perderlos.

La fiesta del regreso se hizo esperar, mas fue muy recordada por todos durante mucho tiempo. Papá, la pequeña y los abuelos habían vuelto al hogar. 

Fuente Imagen: Propia misma licencia que el Blog. 

Comentarios

  1. "La balada de Narayama" con un final menos amargo. Muy buena.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, de vez en cuando un dulce no amarga a nadie, un besazo.

      Eliminar
  2. He oído hablar de eso. De que se hacía de verdad, hace mucho. O igual no hace tanto. Impresionante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo lo escuche en boca de alguien y no solo en una cultura en particular si no en un par por lo menos. Las medidas extremas que en ocasiones tenían que tomar al final se convertían en costumbres y en leyendas y necesitaban algo que las arraigara en la sociedad, pasado un tiempo y nada mejor que una historia. Lo mismo cuando esas reglas quedaban obsoletas o sin sentido alguno. Era lo que tenia que las leyes fueran orales y los gobernantes los mayores del pueblo. un saludo y gracias.

      Eliminar
  3. Gracias Merit, es un placer verte por aquí. Buen inicio de semana.

    ResponderEliminar
  4. Pone los pelos de punta porque de verdad lo crees, que esas cosas pasaban y no hace tanto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. y posiblemente pase en lugares que no conocemos o no se cuentan este tipo de noticias. El mundo es tan grande o pequeño depende con el rasero que se mida. un abrazo Chelo y buen fin de semana.

      Eliminar
  5. Respuestas
    1. :) encantados de verte por aquí y gracias por leernos.

      Eliminar
  6. :) gracias Andres. buena semana..

    ResponderEliminar
  7. Lo ha dicho alguien en los comentarios. Como La balada de Narayama.

    ResponderEliminar
  8. Thorongil la ha visto, yo todavía no, a si que ya que la comentáis tanto tendré que verla, gracias por el apunte, Ari.

    ResponderEliminar
  9. Una preciosidad que conmueve mucho.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario