¿Lees coreano? (I)



La calle estaba desierta. Apoyado contra el muro de un edificio, hablando por teléfono más de dos horas, ahora comenzaba a sentir su cuerpo  sentado en el suelo de una manera bastante imposible. La persona del otro lado le había colgado, y él seguía con la mirada perdida esperando que quedara algo a lo que aferrarse.

Cuando quiso levantarse ya era de noche. Miró a un lado y a otro y se dio cuenta que no sabía dónde estaba. Se acordó de todo el santoral y de la madre y el padre de algunos. Guardó el móvil en uno de los bolsillos de la chaqueta y tomó una dirección cualquiera, pateando una lata.

Ahora no podía pararse a recordar la llamada de teléfono. Según su móvil eran las diez y media y los últimos autobuses estaban ya acabando sus rutas. Dinero para un pelas no tenia, y descartaba  seguir en la calle con la rasca que hacía.

Llamó al piso y no contestaba nadie, ni Ángel, ni Laura ni Cristina, tenían los móviles apagados o fuera de cobertura. Lo que no entendía era como se había despistado de aquella manera.

Podía probar con el GPS quizá por lo menos el nombre de las calles le sonara, y ahora se quedaba sin cobertura. Aquello era una broma, una cámara oculta o es que alguien le había echado mal de ojo. 
Pateó la lata con más fuerza y acabó en medio de la calzada, justo entonces un coche que transitaba pegó un frenazo y una voz desde dentro se acordó de toda su familia.

Corrió al escuchar que la puerta del coche se abría, siguió sin mirar hacia atrás y paró sólo cuando creyó que no lo  seguían.
Se sentó en el bordillo de la acera y se dio cuenta que se había perdido mucho más. Se puso en pie y metió las manos en los bolsillos. Tenía que encontrar un lugar que estuviera abierto y por lo menos le dieran señas de donde cojones estaba.

Cruzó un par de calles, un par de farmacias cerradas, una panadería, todo comercio de día. Un chino con las puertas casi cerradas y nada de movimiento.

Maldita suerte, sacó el móvil que seguía debatiéndose en encontrar la ansiada cobertura. Ni mensaje ni llamada alguna. Se acabó.

Siguió caminando, sacó un cigarro y se sentó en el banco que vio más cerca,  lo encendió e hizo lo único que se le ocurrió, relajarse. 


Fuente imagen: Wikipedia, wikimedia commons, user: Mediatus. 


Si buscas la segunda parte, pincha aquí.

Comentarios

  1. Me ha gustado mucho, porque es a la vez muy actual y raro. Feliz 2014.

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  2. Feliz y prospero 2014 para ti y los tuyos Merit. La verdad es que estos experimentos son bastante sorprendentes, se lo que escribo yo pero no el conjunto hasta que esta publicado. Las historias s son atemporales tan solo cambian unas pocas cosas lo que perdura y se queda es la magia. un saludo.

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  3. Hola soy otro Soler y me encanta este blog porque hay para todos los gustos. Enhorabuena. He leido otros pero ninguno tan variado en temas y relatos.

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  4. Bienvenido Sebastián y todos los Soler claro y quien quiera unirse también. Nos alegra que guste lo que escribimos. El mundo es muy grande y hay muchos caminos que recorrer por eso creemos que también hay muchas historias que contar y miles de maneras de entenderlas. y leerlas. Nos seguimos encontrando entre estos relatos, un saludo y gracias.

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  5. Así que este es el comienzo de la historia del microondas con el folleto coreano. Genial, me ha encantado.

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  6. ¿De dónde os sacáis tantas historias que enganchan? ¿Eh, Leonor?

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    1. Pues de nuestra imaginación y de cosas que nos ocurren o vemos a diario, pueden ser desde algo que te llama la atención, o alguien y crees que puede tener material para un relato, mucha disciplina y practica. un saludo Migue.

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  7. Los neorrelatos suelen ser bastante malos. Este es muy bueno, chapeau.

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