Li Feng (II)



Jueves noche y no había ni blas en el restaurante. Una   pareja,  y un chino  que entró a la vez  que ellos.

Un par de cervezas y su mesa de siempre, mientras pensaban qué iban a cenar. Ella se sentó de espaldas a la puerta de entrada.
- Jacobo, ese tío nos está siguiendo.

-¿Estás segura?

Ella asintió. No volvieron hablar sobre el tema en toda la cena, de poco les serviría salir corriendo, y hacerse notar  más. La pareja se fue y la dueña del negocio, Lupe, sacó un par de rondas al ver la cara de pena de sus clientes.

El hombre tuvo que marcharse al ver que ellos  se quedaban a ayudar a recoger. Mientras hacían tiempo se tomaron la última.

Habían llamado a un taxi y pasada la una abrían la puerta de su casa. La señora Joaquina  les había dejado una nota en la puerta. Su sobrino, el Rober, que era policía  municipal, se quedaba a dormir en casa de su tía para más tranquilidad de todos.

Estela bajó las persianas del comedor y trajo su mochila. La abrió, y sacó algo que venía en una bolsa. Lo puso sobre la mesa. Era un buda de esos que se fabrican en moldes, este de resina, pero tenía algo en particular: los ojos del buda estaban abiertos y miraban.

-     - Ayer, como te he dicho antes, estuve en el bazar. Sabía que Feng tenía algunos budas en la tienda, me había gustado el del altar de su casa.  Sólo quedaba uno y era bastante particular, estuve dando un par de vueltas después de cogerlo y cuando ya me iba, vi al  hombre que estaba ahora en  el restaurante. Parecía muy enfadado,  le preguntó a Feng si no le quedaban más budas, él le dijo que no y el hombre salió echando pestes.

Estela le mostró el Buda. Tenía los ojos abiertos mientras meditaba bajo el árbol Bodhi.

-     - Te lo había comprado por tu cumpleaños. No pensaba yo que fuera a traer tantos problemas.

 Escucharon ruidos fuera, llamaron a la puerta muy suavemente.

-      Soy el Rober, abridme.

Estela dejó el Buda sobre la mesa y fueron abrir la puerta. Allí estaba el Rober, entró muy despacio, algo cayó al suelo y todos miraron hacia donde provenía el ruido.

Balkis había decidido que  Buda no era bienvenido a aquella casa, y como dueña y señora gatuna de aquellos reinos lo había ayudado a caer muy piadosamente.

Jacobo cerró la puerta mientras Estela contaba los pedazos de la pobre figura, pero no sólo era resina.   Contenía  diamantes. Estela los vio teñidos de sangre y no pudo evitar un suspiro.

 Rober tenía unos guantes y puso los diamantes  en un pañuelo. Volvieron a escuchar voces:  esta vez era la señora Joaquina que había salido dando gritos al descansillo.

La  señora, que estaba de buen año, había logrado noquear al hombre desprevenido: le había puesto la zancadilla. Si no hubieran salido su sobrino y la pareja se hubiera sentado encima de él.

El buda después de haber pasado por urgencias y un poco de pegamento, ahora  lejos de Balkis, ocupó su lugar en el altar que ellos dos tenían, de recuerdos y objetos personales.

Ying volvió a casa un tiempo después, pero esa es otra historia.


Fuente imagen: Propia. 


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Comentarios

  1. Me ha gustado. Sobre todo, los alias. Y lo inquietante que está en cualquier sitio.

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  2. Los alias pretendían remarcar ese toque de centro viejo de ciudad que conserva el espíritu de barrio, con sus ventajas y sus inconvenientes. Tienes razón, solemos pensar que lo insólito, o lo amenazador, no tienen cabida en lo cotidiano: pero la realidad suele dejar muy corta a la ficción.

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  3. Gracias ya veo que hoy te has dado una buena jornada de lectura.

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  4. Con mucho impacto. Y odio los neorrelatos que conste.

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    1. Consta en acta, nunca llueve a gusto de todos, por lo menos los que has leído hasta ahora parece que te han gustado. un saludo.

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    1. y nosotros estamos encantados de que te guste. un saludo.

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  6. Genial las dos partes, lo he flipao.

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    1. Un poco de misterio y nuestra Miss Marple particular es una buena historia, gracias Pedro.

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    2. Supongo que lo que llama la atención es introducir el caos en una vida 'vulgar y ordenada' ¿No?

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    1. Gracias Fearn Fall, gracias a ti también por leernos y seguirnos. un saludo.

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