Profetas en tierra de nadie. Cuatro microrrelatos



En todas las historias hay siempre un personaje. Puede ser un toque de color o de sombra en la historia, ser el disfraz o la marca de alguno de los héroes o heroínas antes del gran final, sea feliz o desdichado.

En el pueblo todos lo conocían, fue joven una vez y tenía pocos años para ser viejo. Hablaba solo y no para sí mismo. Vivía con su hermana, que contaba a las vecinas que no hacia carrera de él.

Vivía en un tercero y se pasaba las horas mirando por la ventana. Nadie en el bloque sabia su nombre, la apodaban la “mirona” sus ojos parecían mirar lejos a través de las personas y de los objetos. Sin recordar que alguna vez ella, también fue como todos ellos.

Se sentaba en el mismo banco del parque desde hacía más de una década con India, una perra de la calle que se echaba a sus pies y de vez en cuando acompañaba con un aullido la melodía de la vieja flauta. Algunos transeúntes se paraban a escuchar. Ya las conocían y charlaban con ambas de la vida y de la melancolía.

Nadie sabe con exactitud que hacen solos allí arriba. Llegaron hace más de dos años y pocos saben a qué se dedican. Se ha dicho de todo y se sabe poco. Bajan al pueblo un par de veces por semana. Compran e intercambian productos, hablan del tiempo y de las calabazas, de las reparaciones de la vieja casa que habitan. Sonríen y vuelven a las alturas.

Son cuatro historias, con principio y sin final. Vidas diferentes a las que se suelen contar: pueden o no ser profetas, héroes o mártires de historias pasadas o que están por venir. Nunca se  nos olvide que somos nosotros protagonistas de la nuestras.

Fuente de Imagen: Wikipedia articulo Laberinto user: Humus sapiens.


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