La Minerva del norte.


Roma, ciudad eterna  desde hace decenas de siglos, seguirá siéndolo decenas de ellos después. Escribo sobre mi infancia y sobre mis recuerdos. A veces pienso que no tendré tiempo suficiente para acabar. La Minerva del norte me llaman, la digna hija del León del Norte, aunque muchos no lo crean ya.

Nací, para alegría de mi padre y disgusto de mi madre que hubiera preferido darle un hijo varón. Cuando no tenía más de tres años mi padre marcho a la que después se ha conocido como la guerra de los 30 años y dos después murió en ella.

Me crie con mi tía Catalina Vasa hermana de mi padre, según sus palabras por razones de estado. La relación con mi madre nunca fue buena, con el paso de los años empeoró, las visitas fueron distanciándose en el tiempo.

Con seis años me hicieron reina de Suecia, demasiado niña y demasiada responsabilidad, aunque había un consejo de regencia y el que había sido Canciller de mi padre, se ocupó de mi educación.

Filosofía, Historia, Teología, Astronomía, Lenguas, fueron las disciplinas que me enseñaron, además de  equitación, caza y esgrima, que eran de mi agrado. Me gustaba  pasar horas leyendo. 

Cuando llegué a la edad de maridar no me agradaban las cosas de mujeres, prefería vestir con ropas de hombre, y poco me importaban vestidos y joyas.

Poco a poco fui asumiendo mis funciones de reina y dejando a un lado mis años de niña, firmamos varios tratados entre ellos la paz de Westfalia que fue el fin de la Guerra de los 30 años, y un paso más en el afianzamiento de Suecia como estado. 

A la misma vez me nutrí de la cultura de Europa y traje a mi corte a pensadores, filósofos, escritores, juristas, poetas  y como no, obras de  arte que dieran brillo a mi país.

Amo el teatro y la ópera y el ballet. Como mecenas  creé teatros, y traje compañías de países como Francia, Alemania, Holanda e Italia.


Hasta me permití el placer de hacer el papel de camarera en una de las obras de teatro, cosa que me fue muy grata.

Siempre he mantenido una amplia correspondencia  con personas de mi tiempo, desde reyes como Felipe IV hasta  hombres de fe, o filósofos como Descartes.

 Aunque de maneras y de nacimiento era protestante,  sentía una sana curiosidad por el catolicismo y la defendía  la libertad de culto para todos por igual.

Casarme  para dar  un sucesor al trono de Suecia. Querían que lo hiciera con mi primo Adolfo hijo de mi tía Catalina y compañero de juegos de la niñez 

.Exigencias a mí la reina, no lograron amilanarme. Las peleas con los nobles  eran cada vez más y más frecuentes. Consiguieron que hasta el pueblo se quejara con la excusa de los impuestos.

Mi salud se resintió y aunque siempre he sido una mujer vital me hizo pensar en lo efímero de la vida y en si era aquel el camino que quería para lo que me restaba de ella. 

Dos años después tras  una meditada decisión, decidí abdicar en mi primo. Así yo conseguía mi libertad y Suecia un rey.

Me despedí de mi madre por última vez antes de dejar mi país embarcándome en una nueva aventura.

 Me convertí a la fe católica de mano del papa y me establecí en Roma, creando todo aquello que había soñado sin el peso de una corona ni la responsabilidad con un pueblo.

Viajé por Francia y otros países, seguí ampliando mi colección no siempre con lo que me hubiera gustado  porque el dinero era algo que no me importaba demasiado, y mis rentas no eran suficientes. Volví a Suecia una vez más. 

Ojalá no lo hubiera hecho. Nunca me perdonaron mi conversión. Me prohibieron llevar sacerdotes conmigo. Me trataron como a lo que era: una extranjera.

Volví a Roma  después de haber conseguido sanear mis rentas. Logré volver a tener mi corte de la cultura, creé escuelas de patrocinio real a las que llamaron academias donde nos reuníamos a charlar sobre cultura, a crear y compartir.

Financié excavaciones, que nos dieron datos sobre las gentes que vivían en la antigua Roma, y obras de arte que formaron parte de mi colección que nunca para de crecer…


Nunca contenté a nadie salvo a  mí misma, primero por ser yo, por no querer casarme. Después por cambiar de religión y por creer  que cada cual es libre de pensar y de elegir su destino. Todo ello gracias a mi padre, que en su día pensó que podría reinar siendo mujer. 

Fuente datos biograficos e imagen: Wikipedia, creative commons.  

Comentarios

  1. Es muy interesante. Gracias me ha encantado.

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  2. Gracias a ti por leerlo y comentarlo. Cristina es una de las únicas cuatro mujeres que esta enterrada en el Vaticano. 2 reinas una de ellas es Cristina. un saludo y buena semana.

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  3. Se habla poco de ella. Muy buena elección para que sepamos más. Gracias.

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    1. A Ti por leernos :) y bienvenido, espero que disfrutes tanto como nosotros. un saludo.

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  4. Me gusta. Mucho. Acabara en el Vaticano es lo de menos. No debió ser muy feliz.

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    1. posiblemente lo que le hacia mas feliz era la cultura, pero pasar de no preocuparse del dinero a su disposición a tener que hacer cuentas ese es uno de los muchos cambios que debió sufrir. un saludo Alodia.

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  5. Me lo he leído. Una mujer muy poco de su tiempo, ¿no?

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    1. En el renacimiento hubo bastantes mujeres como Cristina, eran mecenas de artistas y pensadores, filósofos muchos de ellos humanistas. Pocas llegaban a ser conocidas por sus logros o actividades. Pero las hubo. Salvo excepciones lo primero era casarse y tener hijos, y aunque hubieras tenido una buena educación la vida familiar estaba por encima. Quizá por eso había quien no se casaba o quien quedaba joven viuda y hijos pequeños o sin ellos. Era libre. Había que elegir e ir contracorriente.

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    1. yo he visto la de blanco y negro la de Greta Garbo y me gusto mucho.

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  7. Inquisitivo y genial, te felicito.

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  8. Me ha encantado, no lo esperaba. Es muy directo, muy real.

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    1. Gracias Fearn ademas de real es real, malo es el chiste, jajajajajaja me alegro que te guste y me alegra que no haya perdido fuerza en el tiempo un saludo.

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  9. Me gusta, como me gustó la película. Y la película iba corta.

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    1. A mi tb me gusto la peli y como a ti se me quedo corta. :)

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