Corría lo
que le permitían sus pies y el sol de justicia que le calentaba la tonsura, mientras iba rezando a la virgen María
que, como señora suya que era, de
féminas entender debía y era la única que podía ayudarlos.
Entró en la
iglesia y se postró ante la figura de la Reina del Cielo hasta que recuperó el aliento, salió por la puerta al claustro,
donde varios monjes trabajaban en el huerto. Sus pies sonaron sobre la piedra e hicieron eco, rompiendo el silencio
y la oración de sus hermanos.
Siguió su camino hasta entrar en la sala
capitular donde encontró al padre prior que despachaba los asuntos diarios del
monasterio. Se mantuvo en un segundo
plano hasta que no pudo aguantar más:
- Padre…. Noticias vienen del camino, que dios nos
guarde, que Doña Elvira señora de Toro e infanta de León, el ama se acerca a visitar sus heredades, y la
nuestra es la próxima.
El
padre se persignó por dos veces antes de decir nada, y dejando lo que estaba
haciendo emprendió camino seguido del mensajero. Mandó tocar la campana para llamar
a todos los hermanos a reunión.
Sonó
la campana y la tranquilidad del lugar se rompió y los frailes se recogieron en
el refectorio, sentados esperando que el prior les hablara. Todos conocían el nombre de
su benefactora, por cuya salud y bienestar rezaban a diario.
Antes de hablar el padre los miro uno a uno en
silencio, algunos de ellos, los de más edad, ya sabían lo que implicaba la
visita de tan ilustre señora. Los más jóvenes sin embargo lo ignoraban.
Dispuso
los preparativos para la visita que no tardaría en llegar puesto que no convenía que la señora no quedara contenta.
Llamó a un lado a los novicios, señaló a
los mejor parecidos y les advirtió que
no quería verlos durante la visita de la señora por el bien de todos, si no querían ser castigados.
El
Prior pensó que era una buena coincidencia que el Abad se encontrara de
peregrinaje a Santiago, ya que la visita sólo hubiera empeorado su salud. Cuando volviera, según el éxito del encuentro, le relataría lo
ocurrido.
Los
zagales de las granjas cercanas, que siempre andaban cerca del monasterio se
apostaron a lo largo del camino, con la promesa de que cuando llegara la infanta
algo recibirían por el servicio prestado.
Cuando
todavía no se había levantado el polvo del camino ya la esperaban todos los
hermanos a la puerta del monasterio, los legos contentos por un descanso en sus
quehaceres, los más jóvenes por la novedad de la regia visita, y los más mayores
incluyendo al padre prior deseando de
que todo aquello acabara, y rezando a los santos del cielo y a la virgen porque
su señora no encontrara a los novicios.
Cuando
los niños llegaron a la vera del prior comenzaba a vislumbrarse algo en la
lejanía y se escuchaban vítores de
quienes ensalzaban a la infanta. Los muchachos desaparecieron entre los
trigales con una manzana en una mano y en la otra un óbolo.
La
pequeña y colorida comitiva se detuvo en la entrada de la Iglesia, la infanta
bajó de su montura ayudada por el aguacil que la acompañaba. El prior se acercó
y la saludó haciendo una reverencia acompañado por los monjes, legos y
aparceros que se habían acercado a darle la bienvenida.
Ella
les devolvió el saludo graciosamente,
con una sonrisa en los labios, y bromeó con el prior sobre que las noticias vuelan y resulta
imposible una visita sorpresa.
Pidió su limosnera y repartió algunas monedas entre las gentes que la observaban.
La lluvia plateada trajo más vítores y más buenos deseos para la
visitante, quien entró en la iglesia
seguida por los habitantes del monasterio.
Dieron
las gracias a Dios por el viaje propicio.
Elvira se sentó en lugar preferente sin perder detalle de la misa ni de los
monjes. Sonrió, asintió, y rezó piadosamente ante el altar.
Después
entraron en el claustro y ella se sentó en un banco a la sombra del templo a
tomar un poco de aire y un refresco para combatir el calor y el cansancio del
viaje. Los monjes y legos volvieron a sus quehaceres mientras Elvira se despedía del aguacil y
recibía noticias del convento.
El
prior sonreía para sí pensando que Dios era misericordioso y la visita estaba
resultando sosegada y sin ningún contratiempo. Entonces ella habló:
- Hemos
visto los molinos y tierras que labran nuestros aparceros, y algunos de los
rebaños del Monasterio. Ahora nos gustaría ver cuál es vuestro sustento y a que
dedicáis el tiempo en el que no oráis.
El
semblante del prior no cambió, e invitando a la señora a que lo acompañara,
pasearon por el claustro mientras veían a los hermanos trabajar en silencio.
Los más osados y más jóvenes de vez en cuando subían la mirada durante un momento
por contemplarla, a sabiendas de que después tocaría rezar. Pero la penitencia merecía
la pena ante el pecado de ver a la que era señora de aquellas tierras.
Habían
acabado ya con el paseo por el huerto y la charla con los hermanos que
trabajaban en él. El prior pensaba
invitarla a degustar el licor que destilaban, que les había dado fama hasta
tierras muy lejanas.
Entonces se
escucharon ruidos fuera del perímetro del claustro. Dejándole con la palabra en
la boca, Doña Elvira caminó hacia la puerta de salida, donde empezaba la zona de establos y corrales que era de donde procedía el alboroto.
El
prior nunca supo que fue lo que ocurrió con exactitud antes de que la dama
abriera la puerta de la pocilga y salieran corriendo los cuatro novicios
seguidos por una cerda y sus tres
rayones.
- Veo
que los hermanos novicios han preparado un juego para que no me aburra, aunque
creo que podrían haber buscado otro lugar donde esconderse. Los he encontrado muy pronto.
Al
prior se le subieron todos los colores y se le erizó el pelo. Ordenó a los cuatro muchachos que presentaran sus respetos
a tan augusta dama. Ella tapó su sonrisa discretamente y los felicitó por juego
tan divertido . Los pobres muchachos llenos de paja y barro, con la vista clavada en el suelo y las orejas tan rojas como el vino
tinto, ya esperaban el castigo que el
maestro de novicios les tendría preparado.
Nunca
se supo si les pudo la curiosidad por ver a Doña Elvira, o tan solo que el instinto materno de la cerda los hizo
salir corriendo. Para gracia de la iglesia y de la madre de Dios recibieron de su señora buenos dineros para
arreglar el tejado, y para que ni a los hermanos les faltara nada ni a la
Virgen velas por mucho tiempo.
Dos
días y dos noches después de su llegada, tras haber rezado mucho según algunos
y según otros haber holgado con los cuatro muchachos, ella se despidió con la color en su rostro y el
alma más ligera para seguir el camino.
Fuente de Imagen: Wikipedia creative commons.
Si está basado en algo real como si es inventado, hace reír. Y es bueno. Mejor que las listas de reyes y princesas.
ResponderEliminarLa infanta Elvira existió y la leyenda e historia menos ortodoxa, ademas de las malas lenguas cuentan que era una mujer muy viajera y que le gustaba los muchachos jóvenes de los monasterios. Por lo que como toda leyenda algo de verdad tendrá. Me alegro que te haya gustado,ese era el fin divertir y entretener. un saludo y gracias por leernos y comentar.
ResponderEliminarMe he reido con la infanta...mucho, mucho. Y más cosas cuentan las malaslenguas jajja. Gracias, Leonor.
ResponderEliminar:) la historia no oficial normalmente es la mas divertida me alegro que lo hayas pasado tan bien. un saludo y buen fin de semana.
ResponderEliminarBuenísimo. ¿De dónde has sacado la idea, o los datos?
ResponderEliminarDatos sobre su vida en la red,sin ir mas lejos en la wikipedia, la idea de que era una mujer muy trotaconventos en libros dudo que lo encuentres, mas es contado en el lenguaje oral y en romances, la historia del convento y lo ocurrido es cosa de mi imaginación. Espero haber satisfecho tu curiosidad si quieres saber algo mas que pueda contestar aquí estaremos.
ResponderEliminarPues lo he leido un par de veces, y me parece muy cómico.
ResponderEliminar:) Pues empezar la semana riendo es sano Merit, Yo cuando lo releo alguna vez me sonrio. Espero que tengas una gran semana llena de alegría. un abrazo Merit.
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs genial. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Sebastián :).
ResponderEliminarDivertido para reirse de verdad.
ResponderEliminarque mucha falta nos hace, gracias Chelo un abrazo.
EliminarReirse leyendo no es fácil, y yo me he partido con el relato. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Alodia al final acabare imaginándome vuestras risas,reír es muy sano. :)
ResponderEliminarFrancamente divertido. Después de todo, la infanta Elvira es un personaje con esos rasgos. No importa si era así o no, importa que así la veían. Y hoy no la juzgamos, nos reímos.
ResponderEliminarCierto es y unas buenas carcajadas y un buen rato de diversión es vida. un saludo.
EliminarLo que me he podido reir XD
ResponderEliminary yo sonrió cada vez que me decís que os ha hecho reír, un buen rato no tiene precio. Buena semana Ari.
ResponderEliminarLo que me he reido, imaginándomelo todo. Me ha encantado.
ResponderEliminarLo repetiré hasta la saciedad lo bueno que es reírse, que rías muchos Presentación y tengas un bonito finde.
EliminarQué exitazo y que best seller el de la infanta Urraca. Me alegro, vuelto a leer, te ríes más.
ResponderEliminarEspero que no venga a rendirme cuenta en sueños o algo, jajajajaja yo cuando me lo comentáis me lo suelo volver a leer y me rio que nunca viene mal, buena jornada.
EliminarQué BUENO es, como te ríes...
ResponderEliminarUna tarde de domingo de risas no es un mal plan, gracias por el comentario Migue.
ResponderEliminarBuenisimo XD
ResponderEliminarGracias Juan :)
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